Los registros manuales son manipulables. El último ejemplo al respecto es el denominado "fraude de Maragua" que se refiere a la alteración de resultados electorales que fue ejecutado por dos senadores del MIR y uno de ADN en las elecciones de 1997.
El fraude fue ejecutado de manera tan sencilla que resulta hasta risible: los tres senadores accedieron a las actas electorales de Maragua, una pequeña localidad del municipio de OcurÃ, en la provincia Chayanta de PotosÃ, y las cambiaron por otras en las que los resultados favorecÃan al candidato del MIR.
El fraude fue denunciado, pero tuvo que transcurrir mucho tiempo antes de que se sancione a un responsable. Al final, la justicia se ensañó con el candidato que resultaba beneficiado con la alternación de resultados y pasó por alto la participación de los senadores.
Pero menciono este hecho -que conozco bien porque le hice seguimiento durante los años que duró la investigación- con el fin de graficar la inconveniencia de los registros manuales como los que aparentemente están provocando los conflictos de falsa militancia.
¿Cómo se explica que los nombres de tantos ciudadanos hayan aparecido en las listas de los partidos polÃticos sin que los aludidos jamás hayan acudido a estos? La única respuesta posible es que los datos que aparecieron en la aplicación del Tribunal Supremo Electoral eran antiguos y no fueron actualizados. Pero en el registro oficial, el que administra el TSE, las cosas son distintas.
En otras palabras, el padrón electoral es un carnaval y, en esas condiciones, no puede emplearse en un proceso electoral.
(*) Premio Nacional en Historia del Periodismo
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