Las personas impedidas desarrollan un trabajo inmejorable
16 nov 2018
Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
En el mundo viven, con aproximación cierta, un número superior a dos millones de impedidos, entendiendo como tal a quien no puede ejercer dominio absoluto de alguno de sus miembros o lo ha perdido, sufre deficiencia en algún sentido, o mejor, una persona que sufre incapacidad fÃsica que le impide moverse a placer.
Estos ciudadanos valiosos para la sociedad tienen la necesidad como cualquier persona de realizar un trabajo para su subsistencia y la de sus dependientes, sin embargo, no se genera aún la sensibilidad y la empatÃa de la situación de los impedidos para aceptarlos sin reparos como una fuerza laboral útil y confiable.
¿Cuál es la base de la precitada aseveración?, el impedimento de no poder utilizar completamente alguno de sus miembros o sentidos y la naturaleza intrÃnseca del cuerpo humano genera una valiosa metamorfosis en los impedidos con la ayuda de la resiliencia (capacidad de las personas de sobrellevar momentos y situaciones difÃciles y aciagas), desarrollando una excepcional habilidad y destreza en los miembros restantes que se agudizan notablemente y que circunda a la perfección hasta un grado sorprendente.
Similar transformación acaece en las personas que pierden un sentido; los restantes exacerban su intensidad de percepción o acción, hasta un grado superior al de un no impedido. Es la maravilla del cuerpo humano.
No habrÃa en el mundo ningún emprendimiento productivo, empresa grande o pequeña que no pueda utilizar como fuerza laboral la capacidad restante, responsabilidad y tendencia al trabajo perfecto que desarrolla un impedido; si los empresarios y encargados de recursos humanos ingresaran sin demora a la cultura del trato a los impedidos que reúne dos vertientes superlativamente interesantes: incorporar a un impedido del cual se tiene certeza, por su condición, que realizará un trabajo perfecto, resultado al cual arriba por su insoslayable fuerza moral y amor propio que le impele al cuidado exhaustivo del trabajo encomendado y a la preservación de su fuente de ingresos, no por piedad o conmiseración sino por rendimiento productivo intachable.
Quien lee esta columna asentirá conmigo que una fuente de trabajo para un impedido se constituirá en su única esperanza de vivir motivado y objetivo de perfección, pues debemos confesar sin eufemismos que condenamos a un disminuido a la discriminación en la vida de relación, entonces, el impedido es un irredento trabajador que espera ansioso que amanezca para volver al trabajo. Es su legÃtima y honesta expresión para demostrar que es un ser humano útil y confiable para cualquier responsabilidad laboral.
La causa que miles de impedidos no encuentren trabajo reside en el prejuicio que denigra a la humanidad y posterga la utilización de la idónea fuerza laboral de los impedidos, como algo rutinario y natural.
(*) Abogado, posgrados en Arbitraje y Conciliación, Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Interculturalidad y Educación Superior, Derecho Aeronáutico, Docencia en Educación Superior, doctor honoris causa (IWA-University of Cambridge, USA,) escritor
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