Jueves 15 de noviembre de 2018
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Un accidente con muerte, un feminicidio, un homicidio por emociones violentas, ira descontrolada y otros que se esbozan como tragedias que desestructuran la estabilidad de una familia o un grupo humano, generan que no se contenga el grito o la invocación por la pena al transgresor.
En los accidentes de tránsito, tanto en las ciudades como en las carreteras, cuando se estudia sobre el desenlace y la naturaleza jurídica del accidente, es decir, se lamentan pérdidas de vidas, asumen los jueces una gran responsabilidad pues deben dilucidar si fue un homicidio culposo o concurren elementos probatorios que respaldan la naturaleza de un accidente no premeditado.
Generalmente, en la primera audiencia se hacen audibles las expresiones de remordimientos con sollozos de los imputados y la tolerancia de los familiares de las víctimas que deben compartir un mismo ambiente en las audiencias judiciales con la presencia de los autores, constituyendo momentos muy difíciles para aquéllos. ¿Cómo se sentirán los familiares a quienes se les arrancó con violencia la vida de un hijo, hija o pariente e intercambiar miradas a escasos metros de distancia con los homicidas?, debe ser inextricable esa circunstancia dolorosa.
