Cumbre de Cancún podría convertirse en espacio de confrontación política

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Desde este venidero 29 de noviembre hasta el 10 de diciembre, representantes de 180 países de todo el globo terráqueo abordarán el complicado tema del cambio climático e implícitamente el futuro de la humanidad, en la publicitada Cumbre Climática de Cancún, al margen de conseguir un acuerdo para sustituir al protocolo de Kioto, después del cuasi fracaso de la Cumbre realizada en Copenhague, estudiosos del tema manifiestan que también se configuraría un espacio paralelo en el que tendencias políticas medirían fuerzas.

El cambio climático es la amenaza más importante para la diversidad biológica de la Tierra, por lo cual es urgente organizar una respuesta de alcance mundial. Sin embargo, si se descuidan detalles de su organización, podría ser en sí misma una amenaza.

Estas propuestas también fueron manifestadas por el dignatario de Estado luego de haberse realizado la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derecho de la Madre Tierra, en Cochabamba. Las conclusiones más destacadas giraron entre la posibilidad de que se efectúe un referéndum mundial climático para que todos los pueblos sean consultados sobre los niveles de emanaciones. Que se genere un tribunal de justicia climática. Que se efectúe una declaración de los Derechos de la madre Tierra. Que los países desarrollados se hagan cargo de los migrantes climáticos y del costo de su adaptación. Que se rechacen los tratados de libre comercio, que los gobiernos eliminen las concesiones forestales y se detengan las extracciones.

Entre tanto la finalidad de reemplazar los acuerdos que encierra el Protocolo de Kioto cuya principal característica es que tiene objetivos obligatorios por ejemplo en el caso de las emisiones de gases de efecto invernadero para las principales economías mundiales que lo hayan aceptado.

Estos objetivos van desde -8 por ciento hasta +10 por ciento del nivel de emisión de los diferentes países en 1999, con miras a reducir las emisiones de gases a un nivel inferior en no menos de 5 por ciento al de 1990 en el período de compromiso comprendido entre el año 2008 y el 2012.

Por el lado de los países industrializados, deberían de pasar de las simples promesas a las acciones directas, incidiendo en su legislación que debería limitar el aumento de las emisiones actualmente pero lamentablemente está estancada.

La posibilidad de tener dos procesos paralelos en los que niveles políticos imperen es inminente, pero estos escenarios que coexisten pero son diferentes podrían ser sujetos a que se los monitoree, reporte y verifique la reducción de emisiones: uno para países desarrollados y otro para países en vías desarrollo.

El gobierno mexicano organizador de este evento no quiere verse inmiscuido en un nuevo fracaso, como lo sucedido en Copenhague, por lo que ve como algo vital que se llegue a algún tipo compromiso, insistiendo en que los esfuerzos por garantizar el éxito de Cancún 2010 no son sólo de México, sino de toda la región.

Pero contradictoriamente la mayoría de los países latinoamericanos apoya el acuerdo de Copenhague, sin embargo este no es el caso de Bolivia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Venezuela, integrantes del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).

Fuente: LA PATRIA