Asà como sigue la crisis de quienes recibieron el sacramento del Orden, a causa de los abandonos y por motivos de pérdida de identidad cristiana, también hay crisis en la vida consagrada, de tal modo que han disminuido sensiblemente los entregados a Dios por medio de los votos. ¿Significa esta triste realidad que la vida consagrada ha perdido dignidad y eficacia? Hace poco conocà la triste noticia de una Orden presente en Bolivia desde la llegada de la Fe Católica, que, con el envejecimiento de sus integrantes, la muerte de otro tanto y la carencia de nuevas vocaciones, prácticamente ha quedado reducida a un pequeño puñado, como habÃa ocurrido con una congregación presente en Oruro con 15 o más religiosos en las décadas de los 1970 y 1980, que con el abandono de la mayorÃa de sus religiosos quedó tristemente diezmada.
Los Santos Padres llamaron al estado religioso: la flor más bella, la perla más preciosa, el más rico ornamento de la Iglesia. El estado religioso es el camino de la perfección. Las obligaciones se concretan principalmente en los tres santos votos de pobreza voluntaria, castidad perfecta y obediencia completa. Renunciar, por lo tanto, a las bodas terrenas y obligarse a vivir para Dios tendiendo a la perfección.
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La decadencia se hace evidente en el fenómeno de las defecciones de la vida consagrada por parte de los consagrados. No quiere decir esto, que todas las congregaciones religiosas (grandes o pequeñas, masculinas o femeninas, contemplativas, activas o mixtas) se hayan diezmado desde finalizado el Vaticano II, pero sà que se han reducido a una fracción de sà mismas. La decadencia queda demostrada además por las novedades, ya que todos los institutos religiosos han reformado sus constituciones y reglas de forma a veces temeraria, y siempre con más efectos destructivos que constructivos. El cardenal Daniélou dio una respuesta cruda y apesadumbrada sobre la crisis de la vida religiosa: «Pienso que hay actualmente una crisis muy grave de la vida religiosa y que no se puede hablar de renovación, sino más bien de decadencia» (Cf.: Iota Unum, Romano Amerio).
Las órdenes más afectadas con la salida de cientos y hasta miles de sus miembros fueron los dominicos, capuchinos, jesuitas y salesianos.
A pesar de la decadente situación numérica y cualitativa de tantas congregaciones de antigua data, en algunos institutos religiosos establecidos en las últimas décadas, ha habido un florecimiento vocacional, por ejemplo, en los Franciscanos de La Inmaculada, contra los que el actual pontificado ha puesto en marcha una aplanadora para acabar con ellos, con una intervención que lleva ya 6 años, buscando la extinción de esa gracia vocacional, que no puede ser de ninguna manera artificial. Como sabemos, la palabra vocación proviene del latÃn: «vocare», que significa llamado. Sentir una vocación equivale a decir que alguien me está llamando. De otra manera no tiene sentido.
Hoy hay quien habla de «vocación temporal» como si Dios retirara la llamada que hizo anteriormente. La pretendida «vocación temporal» no es más que una coartada inventada para querer justificar lo injustificable. El que pone la mano en el arado y luego la retira no es digno de Dios.
En Oruro, antes de 1990 no habÃa muchas congregaciones, pero los religiosos y religiosas de éstas, en su gran mayorÃa era gente una talla extraordinaria, se percibÃa en ellos la impronta religiosa, desde su porte externo, a lo que es más importante su vivencia interior, que se reflejaba en la conducta cotidiana, trato amable y cortés, expresiones respetuosas, sobriedad en la vestimenta y en el uso de los bienes materiales. Por cierto, tengo que agradecer a Dios por haber tenido la gracia de tratar con tantos de ellos y por sus buenos ejemplos.
Lamentablemente con la llegada de vocaciones nativas a algunas de éstas, la mediocridad humana y espiritual se evidencia a simple vista.
Nunca olvidaré que por 1989, el entonces obispo Julio Terrazas envió una circular a todos los movimientos asociativos de la Diócesis, transmitiendo el pedido de la Santa Sede de que en cada diócesis semanalmente se reúnan las varias asociaciones para verificar una Hora Santa con el rezo del Santo Rosario «para pedir por las vocaciones y los sacerdotes». Solamente la Legión de MarÃa habÃa respondido al prelado. Seguidamente cada sábado durante más de una década, incluidos los sábados de carnaval, cumplimos el encargo de la diócesis, hasta que una religiosa puso punto final a ese fructÃfero acto de piedad semanal señalando que el obispo le habÃa dicho que «no sabe nada de tal asunto y que además no puede continuarse si no están cada sábado un mÃnimo de 12 personas» (¡!). Esa es la calidad de religiosas que hoy por hoy tenemos en varias congregaciones locales, no en todas, lo vuelvo a subrayar.
¿Puede Usted pensar que hay religiosas que no responden al saludo, y que hasta combaten obras de apostolado, sólo porque ellas no las dirigen? ¿Puede Usted pensar que hay religiosos que ofrecen el abrazo de la paz a sus amigos y pasan por alto dejando con la mano extendida durante la Misa a quien no les simpatiza? En los Estados Unidos hay congregaciones religiosas que promueven el aborto y el control de la natalidad, en Bélgica una congregación masculina promueve la eutanasia. Son religiosos falsificados.
La vida religiosa, cuya forma esencial eran los tres votos, hoy se vuelve hacia el desarrollo de la personalidad de sus miembros en el mundo. Por tanto, la disminución de las virtudes singulares en la vida religiosa supone simultáneamente la disminución de la virtud religiosa en general. La crisis de la vida religiosa germina a causa de la adopción del principio de independencia y de la disolución de los valores en la subjetividad.
Juan Pablo II, recordada estas palabras incisivas: «No olvidéis el testimonio de la historia: la fidelidad a la oración o el abandono de ésta constituye el test de vitalidad o decadencia de la vida religiosa».