Domingo 04 de noviembre de 2018
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Y vais a ver un contraste terrible. Esta mujer extraordinaria servÃa a un amo que era su polo opuesto. VivÃa enfrente de casa; era un señor silencioso y limpio; se acompañaba siempre de dos grandes perros; le gustaba plantar muchos árbolesÂ?Todos los dÃas, a una hora fija, se sentaba en el jardÃn del casino, un poco triste, un poco cansado; luego tocaba un pequeño silbo. Y entonces ocurrÃa una cosa insólita: del boscaje del jardÃn acudÃan piando alegremente todos los pájaros: él les iba echando las migajas que sacaba de sus bolsillos. Los conocÃa a todos: los pájaros, los dos lebreles silenciosos y los árboles eran sus únicos amigos. Los conocÃa a todos: los nombraba por sus nombres particulares, mientras ellos triscaban sobre la fina arena; reprendÃa a éste cariñosamente porque no habÃa venido el dÃa anterior, saludaba al otro que acudÃa por vez primera. Y cuando ya habÃan comido todos, se levantaba y se alejaba lentamente, seguido de sus dos perros enormes, silenciosos.
HabÃa hecho mucho bien al pueblo; pero las multitudes son inconstantes y crueles. Y este hombre, un dÃa, hastiado, amargado por las ingratitudes, se marchó al campo. Ya no volvió jamás a pisar el pueblo, ni a entrar en comunión con los hombres; llevaba una vida de solitario entre las florestas que él habÃa hecho arraigar y crecer. Y como si este apartamiento le pareciese tenue, hizo construir una pequeña casa en la cima de una montaña, y allà esperó sus últimos instantes.
Y vosotros diréis: "Este hombre abominaba de la vida en todas sus fuerzas". No, no; este hombre no habÃa perdido la esperanza. Todos los dÃas le llevaban del pueblo, unos periódicos; yo lo recuerdo. Y estas hojas diarias eran como una lucecita, como un débil lazo de amor que aún los hombres que más abominan de los hombres conservan, y a los cuales les deben el perdurar sobre la tierra"
AzorÃn (José MartÃnez Ruiz).
Escritor español, 1873-1967.