Tradiciones que no cambian con las almas y Todos Santos

Una festividad de doble contenido tradicional y respetuoso recogimiento constituye la celebración entre los días 1 y 2 de noviembre cuando en hogares establecidos mayormente en el territorio andino boliviano y desde tiempos inmemoriales se celebra "la visita de las almas", la que con la llegada de los españoles se confundió con la festividad de Todos los Santos que igualmente los católicos recuerdan tradicionalmente el 1 de noviembre de cada año.

El encuentro con las almas se produce en el imaginario popular con la visita de los seres queridos que pasaron a otra vida y que en esta fecha visitan a sus familiares, los que a su vez las esperan con una especie de altares en los que predominan las velas conmemorativas y ofrendas de golosinas y comidas que eran de preferencia de los difuntos, en realidad ese es el ritual que comienza al medio día del 1 de noviembre y termina al siguiente día a la misma hora, cuando se despide a las almas visitantes.

Se menciona que la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, resulta una sola que sirve especialmente para afianzar los vínculos espirituales en la familia y de amistad con las personas más próximas a su entorno que son parte de la celebración en la que se observa el despliegue de mucha comida y bebida, por lo que en otros ámbitos sociales y con bastante moderación se cumple el ritual que se considera también una fiesta de la hospitalidad.

Un despliegue especial de "masitas" parte de la tradicional repostería de la festividad se dispone para recibir a las almas, pero también para un convite de las delicias hacia familiares y amigos, lo que da un sentido particular a sostener las creencias con fuerza de tradición, pero también de fe en Todos Santos, que un día al año reciben oraciones, con pedidos o agradecimientos por "favores recibidos", una parte importante de fe cristiana en imágenes de santos y santas.

Lo evidente y lo que se observa es que al comenzar el mes de noviembre, la fuerza de tales creencias y rituales movilizan a la mayoría de la población y se toma en cuenta que días antes comienzan los preparativos para tener listo un buen menú de comidas, golosinas y bebidas, lo que implica también una responsabilidad social, que es parte del cumplimiento en la tradición de recibir la visita de las almas y rendir culto a los Santos que despiertan la fe particular de los creyentes.

Aunque en el último tiempo han surgido ciertos cambios en la celebración, producto de cierta intromisión de costumbres foráneas como el Halloween que proviene de otras culturas y que más con sentido mercantilista que tradicional, está ocupando cierto espacio, particularmente entre niños y jóvenes, no ha logrado transformar el sentido de pertenencia de la tradición que se mantiene innata y que no podrá ser reemplazada por ninguna corriente foránea, más aún si distorsiona el sentido de fe en las almas y en los Santos.

Un día de jornada única y un feriado, permiten a la comunidad celebrar la visita de las almas que reclaman un lugar en el mundo de los vivos.