Jueves 01 de noviembre de 2018
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En el entorno educativo la realidad que se muestra es un claro reflejo que las escuelas son y deben ser centros para la valoración del trabajo creador, liberador, por ende, constructor de una sociedad activa y productiva, no para reproducir el trabajo como acción de sumisión, como ocurre en general en nuestra sociedad.
Sabemos muy bien y estamos seguros de que nuestros niños en sus primeras etapas de desarrollo formativo imitan y replican lo que viven y lo que ven, el entorno familiar, comunal, social y cultural. Esta es la peor consecuencia lógica que culturalmente o socialmente nuestros niños y jóvenes imitan en su diario vivir, tratando de repetir las conductas agresivas o groseras que se manifiestan en su ambiente primario ya sea familiar o social.
El ambiente familiar es simplemente un reflejo de lo que ocurre en la sociedad; esto nos conduce a un callejón sin salida. Si una sociedad está salpicada de un ambiente hostil para sí misma, la sociedad en su conjunto está creando las condiciones para que los jóvenes se inserten en un ambiente cada vez más conflictivo y establezcan un ambiente agresivo, grosero, sin cultura, ni respeto, porque así, los componentes de la sociedad, estamos demostrando con la politiquería barata e insulto en las redes sociales.