Durante el pontificado de Karol Wojtyla, algunos crÃticos lo acusaron de proclamar demasiados santos, aduciendo que la cantidad estaba produciendo una devaluación de las canonizaciones, lo acusaron de haber montado una «fábrica de hacer santos».
Un ex obispo de Oruro, aún vivo, bastante progresista en doctrina y liturgia, en una reunión del Consejo Pastoral de la Diócesis afirmó en cierta ocasión que no estaba de acuerdo con la cantidad de beatificaciones y canonizaciones que promulgaba Juan Pablo II, concluyendo estar seguro de que los próximos papas no lo harÃan asÃ. Cuán equivocado estaba.
La práctica de Jorge Mario Bergoglio de «canonizar» con una impronta bastante singular y arbitraria, se está haciendo cada vez más selectiva y abundante. Es evidente que está construyendo un santoral alternativo para un «modelo de Iglesia progresista», en una «Iglesia de la publicidad» (P. Julio Meinvielle), que dan lugar a una catalogación de glorificaciones eclesiales falsas y artificiales. AsÃ, hemos llegado a un estado en el que las canonizaciones modernas parecen ser más bien el marketing publicitario, vinculados al ala progresista actuante, en vez de la búsqueda de modelos de santidad verdadera.
Recientemente ha escrito el distinguido historiador eclesiástico Roberto de Mathei: «Una consecuencia de la papolatrÃa es la pretensión de canonizar a todos y cada uno de los papas para que toda palabra y todo acto de gobierno de ellos adquiera retroactivamente carácter infalible. Eso sÃ, esto sólo se hace con los pontÃfices posteriores al Concilio Vaticano II, no con los que precedieron tal concilio.
No convence el reglamento sancionado en el actual pontificado titulado «Normas sobre la administración de los bienes de las Causas de beatificación y canonización» -que buscan popularizarlas económicamente. Las actuaciones del presente pontificado, referentes a beatificaciones y canonizaciones, en controversiales personajes, relegando relevantes procesos incoados hace años, para muchos serÃan una prueba de que los procedimientos actuales no sólo devalúan la santidad, sino que estos carecerÃan de infabilidad.
El Papa Sixto V en 1587 estableció la Sagrada Congregación de Ritos, entre otros, con el propósito de que se ocupara de los procesos canónicos de beatificaciones y canonizaciones, en ese contexto, el «Promotor Fidei» tenÃa entre sus deberes: «Evitar decisiones precipitadas respecto de milagros o virtudes de los candidatos» a los honores del altar.
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