Hay que vivir la nueva realidad

Tras el contundente fallo de La Haya y aunque todavía persistan resabios de soberbia en algunos círculos oficiales, donde no se quiere admitir lo que ocurrió, hay necesidad de tomar las cosas en la dimensión de su nueva realidad, no hay otra.

No hay necesidad de lastimarnos recordando y repitiendo el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), baste saber que la mayoría de su gran jurado emitió un voto categórico que nos comprometimos a respetar, como lo hará con mayor solvencia y beneficio el país vecino. No hay nada concreto para que pensemos en presionar o como recién se manifestó, en iniciar otra demanda por otra vía y por supuesto sólo como reacción perdidosa y como otra ilusión.

Lo que ha ocurrido el 1ro de octubre de 2018, nos muestra retrospectivamente todo lo que aconteció en más de 130 años que estamos reclamando una salida al mar o el retorno soberano al territorio usurpado. Resulta una utopía en las condiciones en que lamentablemente se ha manejado nuestra diplomacia y las formas de tratamiento de un asunto que posiblemente pudo solucionarse por el camino del acercamiento práctico, amistoso, pero fundamentalmente comercial, sabiendo que el mayor porcentaje del movimiento económico del norte chileno y sus puertos se genera con recursos bolivianos, fondos económicos que seguramente disminuirán en el futuro, debido a la estrategia que se implementa para acudir a otros puertos con mayores ventajas y en mejores condiciones.

Si bien se considera como un enorme perjuicio nuestro enclaustramiento, con un cálculo no establecido de pérdidas al no utilizar una salida propia al océano Pacífico por más de un siglo, tal deuda, dicen los expertos se mantendrá como muestra de la injusta ocupación de nuestro territorio y la falta de solidaridad de un gobierno, el de Chile, no su pueblo, que se resiste a negociar sobre territorios que fueron "capturados" respondiendo a grandes intereses foráneos.

Hay algunos analistas que observando el tema con el lente de la realidad, señalan con puntual franqueza que si el fallo de la CIJ hubiera sido lo contrario, tendríamos que admitir por mucho tiempo que "tal salida", no resolvería la situación económica y la pobreza vigente en nuestro país, se trata de un enorme proyecto, de incalculable inversión y de una opción a larguísimo plazo llegar al objetivo de tener un puerto soberano al Pacífico, un tiempo de esperanza que sin embargo y para ser realistas, se hubiera prolongado en función a la economía del país y a los avatares de la cambiante política nacional.

Los pensadores más realistas, toman en cuenta que muchos países mediterráneos y otros gozando de playas y puertos, no alcanzan un gran desarrollo por el efecto mar, se mencionan varios de Centroamérica que pese a esas favorables condiciones siguen siendo parte de la lista de países atrasados. Sobresale como hecho interesante el reconocimiento de organismos internacionales que otorgan favorable puntuación de crecimiento a nuestro país, lo que nos permite avizorar un futuro alentador, si se maneja nuestra economía con mayor solvencia y menos derroche. Por lo demás hay que vivir la nueva realidad.

Fuente: LA PATRIA