Jueves 11 de octubre de 2018
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Bolivia cuenta con suficientes recursos naturales para cimentar su desarrollo. Pero no ha sabido -ni hubo determinación- para lo que ya en 1936, el venezolano Uslar Pietri llamaba "sembrar el petróleo", es decir que los hidrocarburos, que daban grandes ingresos a su paÃs, debÃan ser parte de una polÃtica de incentivos para proyectos de desarrollo sostenible que satisfagan "las necesidades actuales, sin comprometer las de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social". Venezuela no lo hizo, y tampoco lo está haciendo Bolivia. Ahora, a Venezuela -y también a Bolivia-, se le acabó la época de las "vacas gordas" del petróleo; claro que también las dificultades se deben a la ineficiencia y al derroche del populismo.
Las incongruencias no son solo en el tema de los hidrocarburos, sino también se presentan en torno a otros recursos no renovables como el oro. La Fundación Milenio acaba de publicar un informe: "Exportaciones de oro: enigmas y sombras", y se refiere a que la minerÃa del oro "está primordialmente vinculada con las explotaciones y el comercio ilegal (Â?), una cuestión de suyo compleja, y que envuelve, entre otros aspectos, la procedencia del oro exportado, el pago de regalÃas e impuestos, los mercados de destino, etc.".
"¿Cómo se explica -afirma dicho informe- que las cooperativas que presuntamente aportan casi toda la producción nacional de oro registrada, apenas participen con el 0,6 % del total exportado?" Y a la inversa: "¿Cómo puede ser que la minerà a privada exporte el 99,4%, cuando apenas produce el 1 % del oro boliviano? Una de dos: son empresas privadas las que compran el oro producido por las cooperativas, y su negocio es la exportación, o bien el volumen y el valor de la producción de oro, adjudicado a las cooperativas, en realidad es equÃvoca, y podrÃa tratarse solamente de una ficción estadÃstica".