En Brasil el uso del gas natural era prácticamente inexistente hasta fines del siglo XX, no obstante, la necesidad por el uso de combustibles de petróleo menos contaminantes. La polÃtica brasileña fuertemente apoyada por Petrobras, era no importar gas a su territorio.
La conclusión del contrato de exportación de gas boliviano a Argentina y la existencia de una legislación atractiva a la inversión extranjera en el paÃs, hicieron posible que Brasil adopte la lÃnea de importar gas natural.
Habiendo Argentina perdido su ingreso al mercado brasileño, dedicó sus esfuerzos para introducir gas en el mercado chileno. La recepción chilena al gas natural fue muy entusiasta llegando a un consumo de 22 millones de m3 por dÃa en corto tiempo. Ese suministro fue abruptamente interrumpido por el gobierno de Kirchner, pero no obstante las dificultades que creó en los consumidores chilenos, estos no olvidaron las bondades del gas natural, optando abastecerse de LNG de ultramar.
Mientras lo anterior ocurrÃa, el precio internacional del gas inició una escalada sin precedente, paralela a la del petróleo crudo, que convirtió el contrato de venta de gas con Brasil como el más grande que ha suscrito el paÃs en toda su historia. Los ingresos por venta de gas alcanzan a más de $us 40 mil millones.
En el sector hidrocarburos los grandes ingresos fueron manejados como una doble herencia que llegó del cielo, con un espÃritu de nuevo rico sin lograr reponer el gas que se estaba consumiendo. Los precios internos subvencionados del gas, insensiblemente fueron desarrollando un mercado interno de mayores proporciones que a la fecha alcanza a los 14 millones de m3/d de gas.
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