El fallo, una lección amarga

El 1 de octubre de 2018, el pueblo de Bolivia, ha recibido, como un balde de agua fría, el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Países Bajos, siendo favorable para el país vecino, donde indica, que Chile no contrajo obligación de negociar con Bolivia, sobre la salida soberana al mar, pero, invocando el diálogo de buena vecindad, amistoso, para solucionar el enclaustramiento marítimo.

Todos esperaban un resultado positivo, con alegría, cuando salió lo contrario y las autoridades deben aceptar la disconformidad, rabia, desazón, de la población que tiene toda la libertad de manifestar sus sentimientos. La CIJ de La Haya, ha reconocido que Bolivia, ha nacido con mar a la vida republicana.

A nivel mundial existe una debilidad política de la ONU, por las acciones arbitrarias de los EE.UU. de Norteamérica, por el poder económico que tiene este país, con relación a las demás naciones. También estas falencias se manifiestan en la CIJ, en sus decisiones jurídicas.

Si bien no hay obligación, pero hay una invocación de diálogo, para continuar con la negociación pacífica para una salida al mar. No podemos renunciar a nuestro anhelo histórico por la injusticia de la CIJ, la educación debe seguir inculcando nuestra identidad nacional, debe calmar las aguas, después de la tormenta para emitir opiniones, propuestas, después de los resultados jurídicos, para hacer una política marítima, una estrategia de corto y mediano alcance, tomando, la parte económica, social, política, para las relaciones internacionales con todos los países del mundo. Los bolivianos debemos tener relaciones diplomáticas, con Perú, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, y otras naciones, hacer convenios internacionales, sin mirar barreras, para que pueda beneficiar, al desarrollo económico de nuestro país.

El mar no solo es de Chile, es de Bolivia y de todas las naciones, el egoísmo hace pensar que sólo es de un país. Por la invasión al territorio de Bolivia, que no fue una guerra, además el no cumplimiento al Tratado de 1904, se ha convertido en obligatoriedad en permitir una salida soberana hacia el mar, el mar es de toda la comunidad internacional, nadie puede atribuirse propiedad particular.

La fundamentación histórica estaba muy bien hecha, la Corte reconoce el derecho de Bolivia, lo que no ha podido decidir a favor nuestro, que, por la presión de los países desarrollados, su conclusión no tiene relación con los antecedentes, existiendo cierta contradicción. También muchos analistas políticos, expertos, decían que los resultados van a ser la recomendación al diálogo, sentarse entre ambos países para negociar sobre la salida soberana hacia el mar.

El presidente de Chile, manifiesta, que se puede dar cualquier diálogo, siempre y cuando se respete el Tratado de 1904 y bajo ciertas condiciones. Si el fallo hubiera salido a favor de Bolivia, Chile no habría tenido la intención de cumplir, antes de eso, las autoridades estaban nerviosas.

Lastimosamente, en este país, la gente trabajadora, despojada, humilde que apoya, la salida al mar, sufre la opresión de la oligarquía empresarial y políticos corruptos, que deciden la vida de ellos. En este momento el Gobierno de Chile está soberbio, piensa que ha ganado en La Haya, quiere colocar condiciones para dialogar. El pueblo boliviano sabe que los chilenos están disfrutando de los recursos naturales, comercio internacional que tiene nuestro país sin descuidar los puertos de Chile, se debe ampliar otras alternativas, para comunicarnos con el mundo, diversificar nuestra producción, el desarrollo económico determinará las buenas relaciones con nuestro vecino.

Es necesario ir mejorando, las relaciones internacionales, institucionalizar los cargos, respetar los méritos profesionales, la carrera diplomática, cualquiera que esté en función pública. Nuestras autoridades deben actuar con responsabilidad, respetando el fallo de la CIJ, y proyectándonos con otras alternativas, hacia el futuro. Una vez calmadas las protestas, las autoridades, el equipo jurídico, todas las instituciones civiles, militares, empresarios, organizaciones sindicales, educativas, universidad y otras, deben evaluar las acciones positivas y negativas del proceso de la demanda marítima, y aprender de esta lección amarga y asumir en forma colectiva, sin renunciar nuestra salida soberana al mar, porque es política de Estado.