Immanuel Kant

Una lista extensa de filósofos puede construirse a través de sus aportaciones al intelecto del mundo, empero, Kant es incontrastable en idioma alemán y, muchos se preguntan ¿por qué no Heidegger o Fichte?, porque Kant fue un hombre de inteligencia integral que abarcó no solo el maravilloso y desafiante ámbito de la filosofía, sino que elaboró teorías que luego fueron comprobadas como la del sistema solar que la concibe con concomitancia con la ley de la gravedad.

Su performance extraordinaria fue que inició una estimulante revolución en sus libros. Kant nació en el año 1724 y murió en 1820 en su terruño Königsberg. Es admirable que, sin conocer profundamente las matemáticas, a través de profundas observaciones, cuando logró concebir teorías que desvelaron muchas, entonces, interrogantes.

Como profesor fue excepcional por su capacidad narrativa e invención con memoria intelectual concisa, a tal punto que cautivó a los ingleses con su descripción del puente London Bridge sin conocerlo; siendo hasta hoy la mejor descripción de esa construcción inglesa.

Kant era un hombre muy ordenado, desde las comidas, pues establecía la regla que se debe comer y beber bien y en cada almuerzo, sea este familiar o comunitario, cada 10 minutos debía cambiarse de tema y se turbaba o se elevaba a un estado enfermizo cuando se suscitaba desorden en la mesa.

En su libro Crítica la Razón Pura explica que la creencia en la antigua metafísica no es sencilla porque no estaba argumentada y logra que se entienda que existe un proceso en comprender cómo es una metafísica y cómo adquiere la calidad de ciencia; lo logró con la interrogante de cómo se puede pensar tan drásticamente y trata de determinar los límites del pensar.

Aquí Kant se hace una pregunta icónica: ¿qué se puede saber?, estableciendo que en el tiempo y en el espacio se vislumbran las categorías como la calidad, la substancia y la modalidad de lo aprendido que significan los fundamentos del saber. Kant va más allá para ayudarnos sosteniendo que los conceptos sin experiencia no tienen valor pues el mundo exterior debe probarse y la causalidad como categoría debe ser experimentada.

Otros cuestionamientos que se exigía era la limitación del saber con las preguntas ¿qué puedo saber? y ¿qué debo saber? Admirable fue su elaboración de la perspectiva de saber sobre Dios como una pregunta unida al origen.

En su Crítica de la Razón Práctica establece que no puede haber una prueba de la existencia de Dios, como una idea del origen y solo se debe esperar el cumplimiento de nuestra imperfección: la vida y la mortalidad inexorables. También expresa que se supone que hay un Dios y penetra en una reducción explícita sobre la existencia de Dios y en la misma Crítica de la Razón Práctica nos infiere que la prueba de la existencia de Dios es una calidad ético teológica, pues las leyes morales nos dirigen a que debemos admitir la existencia de Dios como existencia moral, porque la crítica es argumentar, además nos indica algo que es extremadamente substancial radicada en que la moral según nuestras actitudes se refleja internamente con intensidad; algo así como un remordimiento perenne que es el supremo castigo para un mortal o genera un sentimiento laudatorio.

Kant escribió mucho más y profundo y esta columna trata de reflejar solo aspectos tangenciales, sin que sea un detrimento a su importancia, para acercarnos a este sabio filósofo alemán.

(*) Abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política (maest), Arbitraje y Conciliación, Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Derecho Aeronáutico, doctor honoris causa (IWA-Cambridge University)