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Miercoles 03 de octubre de 2018

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Suplemento Policial

Abuso militar

03 oct 2018

Fuente: LA PATRIA

Un grupo de militares del Comando Estratégico Operacional de Lucha Contra el Contrabando (CEO) casi termina con la vida de dos civiles. Los amenazaron de muerte si denunciaban el hecho. Hay dos uniformados identificados

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Postrados en la cama de una clínica en la ciudad de Oruro, dos víctimas del abuso militar, relataron la pesadilla que vivieron el domingo reciente, cuando casi pierden la vida en mano de "los defensores de la Patria", en la zona de Huachacalla, al Sudoeste de la ciudad de Oruro.

Al estilo de unos paramilitares en tiempo de dictadura, así actuaron en contra de dos civiles varios uniformados, encabezados por un capitán y un teniente, ambos identificados y cuyos nombres fueron denunciados en horas precedentes ante la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc), además de ser presuntos autores del robo de dinero y vehículos de los dos afectados.

DOS HISTORIAS

Los dos ciudadanos, ambos de distintos lugares, vivieron el peor castigo de sus vidas, no solo al ser golpeados, sino al ser humillados, desvestidos en uno de los casos y abandonados a su suerte, enmanillados, en un barranco en cercanías de Huachacalla.

Uno de ellos, José (nombre ficticio) de 16 años, fue encomendado por su tío el domingo, a llevar un vehículo desde Sabaya hasta Huachacalla y dejarlo en un taller mecánico de esa población.

"Estaba yendo lentamente, cuando me pasa un surubí y una patrulla. Me paro y los militares se bajan y me empiezan a golpear y a tratarme de loro", indicó el adolescente.

Loro en la jerga del contrabando es aquella persona que se moviliza en motocicleta o vehículo por delante de los camiones que transportan mercadería ilegal, con la finalidad de alertar acerca de la presencia de control motorizado del Ejército.

Sin embargo, el muchacho, no cumplía esa función porque su misión era dejar el vehículo que conducía en el taller mecánico.

"Me jalaron de mi cabello, me golpearon y me llevaron a la pampa, pegándome y me decían que me iba a morir. Te voy a matar me dijeron. Llegamos al río, me ataron de mis manos y me botaron al río, me empiezan a ahogar, me pisan los pies, entre cuatro hacían eso, querían ahogarme", afirmó.

Durante el castigo, los militares pretendían a toda costa que él diga que es loro, para ese fin, no solo lo golpearon, sino que también le filmaron con un celular con el objetivo de grabar satisfaciendo las respuestas que querían escuchar los uniformados.

Asimismo, lo dejaron desnudo, le pusieron una bolsa nylon en la cabeza, según contó el adolescente. También indicó que con un alicate lo torturaron apretando en distintas partes de su cuerpo, principalmente pecho y estómago. Lo tuvieron así por varias horas hasta "atrapar" a otra víctima que castigarían con la misma crueldad.

VÍCTIMA

Carlos (nombre ficticio) de 33 años, es exautoridad originaria de Corque, desde hace tiempo se dedica al comercio y es la actividad que sostiene a su familia. El domingo se trasladó desde Corque hacia la frontera en su vehículo, a fin de traer mercadería del vecino país. Sin embargo, el paso fronterizo estaba cerrado en el lado chileno, debido al fallo que se esperaba a la demanda boliviana en la Corte de Justicia Internacional (CJI) con sede en La Haya.

Ante esa situación decidió volver a su lugar de origen, con el objetivo de participar en el cabildo de su municipio. Al mediodía llegó al puesto de control en Huachacalla, allí operaban los de la Aduana en coordinación con los funcionarios del CEO.

Le pidieron que se estacione y luego muestre sus documentos, "el vehículo estaba sin placa en su lugar, pero sí en el tablero, porque días antes lo recogí del taller. También tenía mis documentos, una fotocopia del RUAT, la póliza, incluso les dije que verifiquen en el sistema, pero ellos me pidieron que me baje y con palabras torpes me comenzaron a tratar".

Lo enmanillaron y no contentos con ello, lo comenzaron a golpear con puños y patadas, lo subieron a su propio vehículo. Encendieron el carro y avanzaron como 100 metros hacia Pisiga, donde apareció otra patrulla de donde descendieron cinco personas más, sumados a los otros tres que estaban en el vehículo del civil, lo golpearon y lo acusaron de "loro".

"Me metieron gas lacrimógeno a mi boca, a mi nariz, me hicieron arder todo. Luego me llevaron hacia el lado de Escara y se detuvieron por Pairumani, antes de llegar al pueblo me bajaron del carro en un terreno pedregoso y me dieron de patadas y puñetes en donde más duele", contó.

Asimismo, le dispararon hasta dejarle casi sordo. Estaba casi inconsciente y le pusieron una bolsa en la cabeza, para luego llevarlo a Huachacalla. En el interior del coche continuaron golpeándolo y con una llave de mecánica, le reventaron parte del rostro.

Una vez en Huachacalla, lo juntaron con el adolescente. A ambos los llevaron nuevamente hacia el camino a Escara y luego se desviaron hacia las orillas del río Lauca. Continuaba enmanillado y lo metieron de cabeza al agua, la misma experiencia vivió el muchacho de 16 años.

"Ya estaba resignado a morir cuando estaba en el agua y no me acuerdo, hasta que reaccioné de una patada que me dieron y nuevamente me pusieron la bolsa. El muchacho suplicaba llorando y le obligaban a que se inculpe, lo metieron al agua, lo sacaron, se jugaron con él, lo desvistieron", afirmó.

Después de ese castigo, los subieron nuevamente al vehículo y los comenzaron a amenazar de muerte.

"Si denuncias yo voy a matar a tu familia, voy a limpiarlos de un canto", dijo la víctima recordando las palabras del militar.

Los uniformados le sustrajeron tres mil dólares y algo más de 3.500 bolivianos, además de su celular y documentos personales, según afirmó la víctima.

BARRANCO

Las dos personas fueron arrojadas a un barranco y les obligaron a contar hasta mil, estaban enmanillados y con bolsas en la cabeza. Ambos estaban mojados, el muchacho desnudo y el frío ya comenzaba a sentirse, el reloj marcaba un poco después de las 17:00 horas.

En ese sector encontraron un overol que se puso el muchacho y apenas salieron del lugar donde fueron abandonados. Llegaron a la carretera, nadie los quería recoger, sin embargo, cuando pasaba por la zona una autoridad edil, los recogió y los llevó hasta el centro de salud de Huachacalla.

Una de las víctimas seguía enmanillada, herida y ensangrentada. Pidieron la presencia de las autoridades militares del Regimiento Mejillones, quienes se hicieron presentes para que sean testigos del castigo que recibieron. Asimismo, exigió la víctima que el militar que lo enmanilló le saque dicho objeto luego de estar así más de seis horas.

DENUNCIA

La denuncia del abuso militar fue colocada ante la Felcc y se identificó a dos uniformados, como el capitán Samuel Gutiérrez y el teniente Julián Vera Quispe. El caso está en investigación.

LA PATRIA intentó comunicarse con el comandante de la Segunda División de Ejército, general José Luis Suárez Landívar, para conocer su versión, sin embargo, mediante un portavoz hizo saber que desconocía lo sucedido, además de argumentar que el CEO no depende de su entidad.

Ayer, pobladores de Huachacalla interceptaron un vehículo de la Aduana en protesta por lo sucedido. Hoy se espera un bloqueo en la carretera internacional por el abuso de los militares en esa zona fronteriza.

Fuente: LA PATRIA
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