En la mañana del 1 de octubre todos los bolivianos nos encontrábamos esperanzados con un fallo positivo por parte de la Corte Internacional de Justicia, los resultados provocaron mucha tristeza, pero posteriormente bronca e indignación. Nos sentimos burlados, nos dijeron que le ganaríamos a Chile y, sin embargo, todos los argumentos fueron rechazados.
Es una pena para Bolivia haber perdido la posibilidad de obligar a Chile a negociar con Bolivia. Según mi criterio, el argumento fue muy creativo, bien escrito, pero muy forzado. El 2015 yo comentaba que al interponer la demanda estábamos aceptando la pérdida marítima, la pérdida territorial de las costas del Pacífico; aceptando el Tratado de 1904.
Pese a ese argumento, queríamos que Chile negocie con nosotros un acceso soberano al mar. Es un poco contradictorio, pero era creativo, porque además les pedíamos que negocien de buena fe, o sea, que casi se comprometan a darnos un acceso soberano al mar. En otras palabras, por un lado, aceptábamos que habíamos perdido el mar, y por el otro, pedíamos negociar un acceso soberano al mar, bajo el argumento de que las conversaciones con Chile y los Acuerdos históricos generaban un efecto legal sobre una obligación de negociar un acceso al mar.
En las consideraciones preliminares de la sentencia del nefasto primero de octubre, la Corte menciona: Bolivia pidió a la Corte que declare si "Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia, en el orden de llegar a un acuerdo que garantice a Bolivia un acceso soberano al Océano Pacífico". En este entendido, la Corte anotó además el 24 de septiembre de 2015; respecto a la objeción preliminar de Chile, que: "Bolivia no pide a la Corte que se pronuncie respecto al derecho o no que tiene referente a un acceso soberano al mar". Bolivia sólo pide saber si Chile tiene o no la obligación de negociar.
Con este argumento queda claro que Bolivia nunca pidió un acceso al mar.
Lo otro que quedó establecido ahora que ya conocemos la Resolución de la Corte, es que obligar a alguien a que negocie, es muy difícil. Si no hay un compromiso escrito y explícito que diga que se comprometen a darnos mar, pues ninguna de las conversaciones o intenciones son válidas o vinculantes o, mejor dicho, no tienen efecto legal.
La Corte analizó ocho puntos que fueron refutados en su totalidad. Con lo cual se concluyó que: los Acuerdos Bilaterales (1920, 1961, 1975, 1986, 2000 y 2006); las declaraciones o actos unilaterales; las declaraciones de consentimiento por parte de Chile; la figura de exclusión, las expectativas legítimas, las Carta de las Naciones Unidas y de la OEA, las Resoluciones de la Asamblea General de Estados Americanos, y la significancia legal de las acciones y declaraciones de manera acumulada, no fueron argumentos legales contundentes para determinar la supuesta obligación de negociar un acceso soberano por parte de nuestro vecino país.
Lamentablemente, la demanda fue un fracaso legal rotundo, y las acciones, acuerdos y conversaciones históricas con Chile también lo fueron.
Por otro lado, coincido con muchos analistas respecto a que la Sentencia o Resolución de la Corte es un retroceso porque lamentablemente hay un Fallo que dice con claridad que Chile no está obligado a negociar una salida soberana al Mar, o sea que, si en un futuro queremos hablar del mar y de un territorio soberano, pues simplemente ellos no tienen por qué hacerlo, ya que estarán respaldados por este instrumento legal. Esa es quizás la peor parte del fracaso.
El problema adicional es que, si antes estábamos peleados con Chile, ese sentimiento aumentó, con la diferencia que ahora los chilenos se sentirán ganadores de la demanda y si puede haber alguna negociación será dispareja.
Lo que nos queda para el futuro, y es como debería haber sido desde hace mucho tiempo, es que deben primar las buenas relaciones y el respeto. No podemos seguir peleando con nuestro vecino, con el cual hacemos negocios.
El 2017, el 65% de las exportaciones utilizaron territorio orureño y puertos chilenos. Más del 50% de las importaciones también. Por otro lado, el 87% de los gravámenes aduaneros del país vía carretera se originan vía puertos chilenos. Un flujo superior a los 7 mil millones de dólares el 2017 circuló por territorio orureño.
En Oruro; como nudo vial del país hacia las costas del Pacífico, aproximadamente 150 mil personas viven del comercio. Por este hecho se planteó hace muchos años el Proyecto del Puerto Seco Oruro. Lamentablemente no nos pusimos de acuerdo entre orureños, y por supuesto, menos entre bolivianos, cuando es un proyecto que puede mejorar las condiciones para el comercio internacional de toda Bolivia.
Por lo tanto, podemos concluir lo siguiente:
? La demanda interpuesta por Bolivia fue un rotundo y vergonzoso fracaso legal.
? Hemos retrocedido en cuanto a nuestras pretensiones marítimas, ya que cada vez que pretendamos negociar un acceso soberano al mar, tendremos una Sentencia en contra.
? El no tener buenas relaciones con nuestro vecino, perjudica los ingresos de muchas personas y la dependencia del país a las costas del Pacífico vía Chile.
? Requerimos ahora un interlocutor válido que nos acerque al mar, por lo menos mejorando las condiciones del comercio internacional con Chile. Aprendamos a negociar dejando de lado los insultos y la política en un tema tan sensible.
Exhorto a los bolivianos a ponernos a trabajar, recuerden que hemos vivido sin mar por más de 100 años. No necesitábamos el mar para progresar y ahora tampoco. Recordemos para una próxima que las negociaciones implican ofrecimientos de las dos partes que intervienen en ella. Si bien nos dicen ahora que se abrieron otras puertas, el problema es que se cerró la primera puerta que nos permite negociar y que ahora no podemos obligar a que eso pase. Tendremos que ser creativos, mesurados e inteligentes para que en un futuro los chilenos por su propia cuenta se sienten a negociar un acceso soberano al mar para Bolivia.
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