Pero lo aberrante no solo es el descubrimiento de un inocente condenado, además descubrimos azorados y espantados el cinismo y la nula calidad moral de los condenadores.
La jueza Patricia Pacajes que se mostraba tan exultante en el audio; aunque hay que admitirlo con algunas copas encima, ahora baja decibeles en las entrevistas televisivas y se muestra con aire compungido, quizás camino hacia el arrepentimiento.
Habrá que decir que, lo que aquà importa, es el mensaje del audio (que, además ya ha sido admitido por la jueza), entretanto quien fuese el develador del audio o mensajero carece ya de importancia.
Lo cierto es que a estas alturas ya se ha hecho evidente que en varios de nuestros jueces y juezas no existan trazas de humanismo, consideración, empatÃa y especialmente sentido común que, al parecer, es el menos común de los sentidos en algunos juristas.
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