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Domingo 30 de septiembre de 2018

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Revista Dominical

La ironía socrática: expresión de elevada inteligencia

30 sep 2018

Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas Abogado corporativo, postgrados en Arbitraje y Conciliación, Interculturalidad y Educación Superior, Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Filosofía y Ciencia Política (maest), doctor honoris causa (IWA-Cambridge University USA), escritor

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Este filósofo griego, extraordinario por su agudeza mental, su perfecta introspección y extrospección, conceptos creados y aplicados por él mismo; no dejó nada escrito y solo se lo conoce por tres de sus contemporáneos: Aristófanes que se burló de él, Jenofonte que lo tildó de un moralista simplón y Platón que lo convirtió en el personaje fundamental de sus Diálogos. Platón recopiló su oratoria con aproximada fidelidad y no es osada la sospecha de haber utilizado innumerables ideas de su maestro en sus propias obras.

Observe el lector que los dos primeros contemporáneos no vencen sus emulaciones negativas y delatan con sus expresiones su inferioridad ante la figura del filósofo. Platón recopiló las peroraciones extraordinarias que acostumbraba a sostener y debatir Sócrates en las plazas de Atenas, con un auditorio mayoritariamente de jóvenes y, ante estos, mostró siempre su endémica longanimidad, a tal punto que lo acusaron de enemigo de la ciudad y lo condenaron a beber cicuta.

Para comprender la obra de Sócrates es aconsejable "sumergirse" intelectivamente en las cinco fases de su evolución creadora: Protágora, Apología, el Banquete, Teetetis y Georgias y el Menón.

Estos extraordinarios legados intelectuales unidos a la profundidad de comprensión de su contenido y a la acción de resultados satisfactorios generan influencia intelectual en las relaciones humanas, uno de ellos, muy relevante y poco practicado en la actualidad es la mayéutica.

La mayéutica consiste en formular adecuadas preguntas para, con la ayuda de ejemplos inductivos, estimular al interlocutor a pensar por sí mismo rebasando o superando los límites de la mera autoridad y conducirle a reconocer esencias (de la verdad, virtud de las cosas) eternas, inmutables, sustraídas al capricho humano, desempeñando con esa técnica, expresada coloquialmente y sin eufemismos, el papel de una partera intelectual, siendo Sócrates el autor y alma de la investigación a través de esta técnica.

Sócrates y su enseñanza a la ironía entendida como una fase elevada de la inteligencia y como forma de expresión consistente en modificar el valor de las palabras, haciendo entender lo contrario que se dice y con una teleología concisa e inconfundible: actuar y filosofar con la ética y el arte de vivir honestamente. De esta forma el bien reside en lo verdadero y ético, y lo lejano al bien en la corrupción, que es una interpretación actual del autor de esta columna.

Hoy, en la invariable situación actual de la justicia, esta técnica intelectual con sustrato de genialidad podría ayudar eficazmente a reducir sensiblemente la corrupción y la acumulación escandalosa de expedientes condenados a la retardación de justicia, porque desde un principio cuando el cliente por el problema jurídico que lo agobia, consulta a un profesional abogado, este es el punto de inflexión determinante que no se puede dejar bajo circunstancia alguna inadvertido, pues aplicando la técnica de la mayéutica al cliente que consulta al abogado y después de un circunloquio de mínimo 100 preguntas o más, se deberán estudiar la totalidad de las respuestas del posible cliente por varias horas y el abogado estudioso podrá determinar con fiabilidad y conciencia moral si ese cliente es inocente o culpable.

De esta precisa e importantísima fase decanta la decisión ética del profesional para aceptar el caso, si es inocente, introduciendo su máximo conocimiento jurídico, diligencia, empatía y compenetración al tema, sin garantizar ningún resultado, o si es culpable, asistirle jurídicamente para aminorar su pena o sanción, al haberle arrancado por esta técnica una confesión voluntaria que en la justicia asume ponderación, para atenuar la pena.

El lector se preguntará sobre la forma que esta técnica coadyuva a la reducción de la corrupción y la retardación de justicia: la respuesta con certeza reposa en la decisión moral del abogado jurista que, después de aplicar la mayéutica obtiene dos verdades: la inocencia o la culpabilidad, entonces, jamás debería convencer al cliente a iniciar un proceso legal costoso, extenso y sin pronóstico de tiempo, además sin futuro para el cliente pues a sabiendas que es culpable, lo conduce a ese martirologio por la expectativa de honorarios.

La ética y la moral del profesional le indica, antes de iniciar ese escabroso sendero del proceso judicial a abstenerse del mismo y renunciar a honorarios ilícitos, acción elevada del espíritu honesto que le reportará a su vida profesional una intachable imagen, el sello indeleble de su conducta ética, muchos y frecuentes clientes, pues éstos son muy inteligentes y la transmisión verbal de su experiencia con tal o cual jurista es imparable.

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