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Domingo 04 de julio de 2010

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Revista Dominical

La guerra que anda

04 jul 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Ernesto Montero Acuña - Editor de temas globales

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El temor del hombre está en auge hoy en día por el aumento de las amenazas contra su vida y, contradictoriamente, cifra cada vez más en el poder de las armas las esperanzas de dominación y sobrevivencia.

En un medio natural en deterioro progresivo, aumentan las contradicciones sobre un ordenamiento social y económico mundial contrario a las mayorías.

Mas, cuando se agrede a los intereses o al instinto de preservación, el ser humano reacciona de maneras defensiva u ofensiva, según sea el caso, y genera detonantes confrontativos.

Hoy se intensifica la crisis de las naciones más ricas, que durante siglos cobijaron a los pobladores más favorecidos, y ahora vienen a engrosar en elevado porcentaje el campo de los afectados.

Los ya empobrecidos del Tercer Mundo, a su vez, entran en el riesgo mortal de que todo tipo de consecuencias y diversas formas de despojo se les acrecienten encima.

A pesar de sus grandes recursos estratégicos y de su enorme capacidad laboral, o tal vez por ello, son los más carentes del planeta.

En teoría, unos y otros podrían aunar esfuerzos por el bien común, pero un ordenamiento irracional lo impide, según estadísticas obvias.

De acuerdo con análisis del Instituto Internacional de Investigación para la Paz, de Estocolmo, la crisis económico-financiera mundial parece tener escaso impacto en los presupuestos para la compra de armas.

El mundo gastó por ese concepto la cifra récord de 1,5 billones de dólares en el 2009, equivalente al 5,9 por ciento más que el año anterior.

Aunque el 65 por ciento de los países estudiados invirtieron más en ello en el 2009 que en el 2008, Estados Unidos es el país que representa, por sí solo, el 54 por ciento del gasto mundial por este concepto.

Esta progresión anula las más ingenuas esperanzas de paz y se deberá asumir, como los principales países en riesgo, aquellos del Sur poseedores de las riquezas y recursos naturales más codiciados o los clasificados geopolíticamente como enemigos.

Según el referido estudio, el incremento en el 2009 fue del 49 por ciento con respecto al año 2000.

Un despliegue así, ¿no torna ilusorio negar que en algún momento incalculables millones de humanos vean truncadas por la guerra las ilusiones de sus vidas, tal vez fraguadas con ingentes esperanzas?

Estados Unidos, con sólo el seis por ciento de la población mundial, consume la cuarta parte del combustible y de la energía eléctrica del planeta.

Por eso y por el negocio armamentista, el mayor del mundo, ha diseñado planes de control y contingencia para todo y para todos, ahora atribuidos al terrorismo, el narcotráfico o cualquier otra explicación.

Un estudio del Instituto del Tercer Mundo, radicado en Montevideo, publicó en años recientes: "La guerra, hoy día, es rara vez una confrontación clásica entre las fuerzas armadas de dos o más estados".

Analistas consideran que, excepto los minúsculos conflictos locales, las guerras hoy día son una confrontación de Estados Unidos contra el mundo, bien por medios bélicos tradicionales o por otros más sutiles.

Durante la Guerra Fría, desde 1945, predominaron los conflictos llamados de baja intensidad en países del Sur, en los cuales las potencias mundiales, en caso de comprometerse, observaban a la contraparte como "agente escondido".

De ellas hay que excluir, al menos, las guerras de Vietnam y Corea, ambas con Estados Unidos a la cabeza como agresor absoluto.

Desde 1990 se instalaron los llamados conflictos asimétricos contra grupos o movimientos políticos, sociales o religiosos demonizados.

Estos defendían generalmente intereses de sus naciones, etnias, pueblos e, incluso, en muchos casos legítimamente los de justicia social.

Luego del conflicto Este-Oeste, la gran potencia del Norte, sus aliados y las clases afines se propusieron asumir el control global y eliminar o reducir los restos de socialismo que se les opusieran.

George Bush padre proclamó en febrero de 1991, al recibir sus soldados provenientes de la Guerra del Golfo, la instauración del nuevo orden mundial y la Iniciativa para las Américas, génesis de lo que fue el ALCA.

Se desvanecía así la distinción entre guerra y paz y se tornaban indefinibles los frentes de batalla -excepto en casos pendientes.

La lógica confrontativa del sector dominante en este mundo industrializado, con Estados Unidos al frente, se centra en dominar aún más las fuentes de energía, agua, biodiversidad y fuerza de trabajo barata, incluso en su propio territorio.

La increíble diferencia cuantitativa de fuerzas y riquezas entre clases dominantes de Norte y Sur, constituye la asimetría sobre la que se basa el dilema global de hoy, agravada por las agudas consecuencias de la crisis económica

Marwan Bishara, profesor de relaciones internacionales en la American University de París, consideró al respecto años atrás que "la amenaza asimétrica de los terroristas" crece a partir de esta condición.

Cuando los pueblos se sienten tan inferiores militar y económicamente, Bishara asegura que "adoptan medios asimétricos, y no los usuales, para alcanzar su meta".

De ahí la respuesta irregular que conforman frente a un dominio unipolar poderoso, ahora en crisis económica, pero en despliegue bélico.

Los estrategas del Pentágono, según el Instituto del Tercer Mundo, coinciden en que el ex presidente iraquí Saddam Hussein fue el último que "tuvo el mal tino de presentar una guerra simétrica a la superpotencia militar, durante la Guerra del Golfo de 1991".

Desaparecida esa contingencia, se consolidó la readecuación de las tácticas.

El objetivo continúa siendo situar bajo control a las fuerzas políticas adversas y a los sostenedores de sus derechos; a nacionalistas y representantes de culturas milenarias, y sobre todo, a los defensores de los recursos naturales de sus países.

Ante ello Estados Unidos intensifica la privatización de operaciones militares, mediante una práctica denominada "outsourcing", que consiste, simplemente, en la contratación de mercenarios.

En contra de hacerlo, sólo se alzó la voz del congresista demócrata Jan Schakowsky para denunciar que la contratación de (estos) servicios militares --en la que no se rinden cuentas-- "es una manera de financiar guerras secretas con dinero de los contribuyentes".

La DynCorp, compañía basada en Reston, Virginia, ha venido manejando en virtud de ello gran parte del componente aéreo de las actividades antidrogas en los Andes, consistente en arrojar herbicidas sobre supuestos plantíos de coca y marihuana.

La firma Corporate Watch asegura que DynCorp posee más de 20 mil empleados y 550 instalaciones alrededor del mundo y es "por mucho" la compañía privada que más dinero recibe del Pentágono.

También obtiene pagas del FBI, la CIA, los departamentos de Justicia y de Estado, el Servicio de Rentas Internas, la DEA (agencia antidrogas), la Comisión Federal de Comunicaciones y de otras dependencias oficiales.

El Instituto del Tercer Mundo refleja que Estados Unidos califica a otros estados como rufianes o criminales y les niega la soberanía conferida por el derecho internacional.

No debe extrañar, en virtud de ello, que se muestren las guerras como dirigidas contra abstracciones, del modo que sucede con la declarada en el 2001 contra el terrorismo por el presidente George W Bush, al atacar a Iraq y Afganistán.

Ninguno de estos estados había atentado contra el Nueva York Trade Center, pero la superpotencia y sus aliados, cuando califican a otros estados como rufianes o criminales, se convierten en "parapolicías" sin ley ni orden.

Situarse por encima del relacionamiento igualitario entre los estados del planeta, como hace Estados Unidos con sus listados de países descarriados, anula a Naciones Unidas y sitúa a la Unión Americana como definidora del orden mundial.

El documento del referido Instituto consigna, como ejemplo palmario, el hecho de que Estados Unidos incluye a Cuba entre aquellas naciones, siendo un país que "no transgrede ninguna norma de la comunidad internacional".

Añade, en fin, que Estados Unidos, desde 1945 hasta el 2003, intentó "derrocar más de 40 gobiernos soberanos y aplastar a más de 30 movimientos populares nacionalistas".

A lo que se suma que "ha causado la muerte de millones de personas y condenado a muchos otros millones a vivir en la desesperación".

En Latinoamérica y el Caribe, reactivó su IV Flota, desarrolla bases militares en posesiones holandesas y en territorios de Colombia y Panamá; e incluye a Cuba y República Dominicana en su lista negra de tráfico de personas, una práctica promovida y tolerada desde el Norte.

Hoy, el mundo que encabezan Estados Unidos y la Unión Europea atraviesa una crisis en la cual la recuperación también se intentará a costa de otros pueblos y de las clases más pobres, pero no mediante el verdadero ordenamiento que requieren las economías del Norte.

Se intenta conseguirlo ya de manera agresiva o violatoria del Derecho Internacional, acrecentando los riesgos vitales de humanos inocentes, impulsados hacia el empobrecimiento y la muerte prematura o violenta.

Mas, quien asume con preocupación la crisis generada por estadounidenses y europeos no se sitúa en contra de esos pueblos, sino, por el contrario, absolutamente a su favor, para que no arriesguen al mundo.

Fuente: LA PATRIA
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