En la variedad de temas que me ha tocado abordar, una mayor parte la he dedicado a la ética en los diferentes ámbitos: personas, servidores públicos, Gobierno, justicia, etc. porque considero que es un valor incalculable que tienen pocas personas, ahora cuando la corrupción ha tocado todas las fibras de los humanos en el sector público como privado sobre todo en esferas gubernamentales de muchos paÃses.
Históricamente, la corrupción polÃtica ha sido objeto de reproche moral en todas las sociedades, los testimonios de las diferentes culturas asà lo prueban. Desde mediados del siglo XX a la fecha, los actos de corrupción se han vuelto más evidentes lo mismo en paÃses desarrollados como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, como en paÃses en vÃas de desarrollo tales como Argentina, Chile, Nigeria o República Dominicana, entre otros. Por esta razón existen hoy en dÃa diversos organismos para el seguimiento, estudio y combate, entre los que se encuentran: La Oficina contra el Soborno (OCSO), Oficina de Lucha contra el Fraude de la Unión Europea (OLAF por sus siglas en francés) o Transparencia Internacional, (TI) por citar algunos. Paralelamente en los últimos años cobraron importancia las herramientas para combatir esta lacra de la sociedad, una de ellas es la Ã?tica Pública. Si bien algunos gobiernos han comenzado a realizar acciones para fomentar la ética pública, muchos polÃticos y funcionarios públicos aún se encuentran lejos de vivir con ética.
Una deliberación exhaustiva respecto a la manera de impedir la corrupción y evitar que los individuos que ocupan cargos públicos practiquen actitudes indebidas conduce a la afirmación de que la causa inevitable de la corrupción es la conducta deshonesta del actor público, y esto sucede porque el individuo decide realizar la acción corrupta. Si la persona ha decidido cometer un acto corrupto, planeará la manera de evadir las normas y los mecanismos de control. En todo caso está en él la decisión de actuar o frenar, este último puede lograse gracias a la sensibilización, al desarrollo de la conciencia, a la madurez de juicio, resultado del establecimiento de unos principios internos y un dominio del carácter. Es la formación, el ambiente donde se desarrollaron, los principios y el carácter los que impiden o hacen actuar a una persona en contra de la Ley y la ética es la disciplina que los muestra. Al aplicar la ética al ámbito público, se denomina "ética pública" o "ética para la administración pública". La ética, al referirse al ámbito público, implica necesariamente relacionarse con la polÃtica, no se limita a los funcionarios públicos. Un buen gobierno no sólo requiere funcionarios responsables sino también polÃticos responsables honestos y éticos, éstos últimos son principalmente quienes gozan del máximo margen de autonomÃa en las decisiones y de estas decisiones depende a su vez la actuación de los principios basados en la rectitud, honradez y solvencia moral.
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La ética pública es un elemento importante para hacer contrapeso no sólo a la corrupción sino a las distintas actitudes antiéticas al inyectar un conjunto de principios y valores y asà revitalizar por un lado a las instituciones públicas y por otro a los servidores públicos, entendiendo como tales a aquellas personas que ocupan un cargo público y sirven al Estado: polÃticos y funcionarios. La ética no pretende ser la panacea a los problemas que enfrenta la administración pública, ni la varita mágica para acabar con la corrupción, sino al contrario es un instrumento más de la "caja de herramientas" para combatirla. Es el ingrediente adicional para hacer más sólido el dique que contenga al mar de corrupción. El tema de la ética en los asuntos públicos no constituye una propuesta unilateral, sino que está inmerso, por un lado, en el debate de las corrientes del pensamiento polÃtico contemporáneo entre liberales y comunitaristas y, por otro, en el desarrollo de las lÃneas de investigación de la polÃtica y la administración pública. También es posible señalar que la ética aplicada, por sà misma, se va abriendo paso.
El fomento de la ética en los servidores públicos es un elemento que auxilia para lograr concienciar en sólidos principios de conducta ética y asà generar una mayor excelencia en la calidad y gestión de los intereses colectivos. El comportamiento correcto de los gobernantes es una condición sine qua non para que exista una eficiente administración. En los últimos años han salido a la luz pública escándalos de corrupción que han desacreditado la imagen de los servidores como de las instituciones públicas generando que la ciudadanÃa pierda la confianza en sus gobernantes.
Los gobernados dejan de confiar en los gobernantes porque éstos últimos son los responsables de solucionar las demandas ciudadanas, de dar satisfacción a la pluralidad de intereses.
Los gobernantes junto con su equipo de técnicos y administradores, tienen la responsabilidad de dirigir los asuntos públicos y resolverlos, eso propusieron cuando fueron candidatos por esta razón posteriormente fueron gobierno.
Por su parte, los funcionarios y equipo técnico, al trabajar para los polÃticos y ser los operadores de las instituciones públicas, se convierten en corresponsables en la función de gobierno.
Sensiblemente el actuar de los gobernantes no cambió casi nada no obstante la existencia de mejores técnicas, instrumentos cientÃficos, metodologÃas, personal cualificado para hacer más operativa la administración. Una primera respuesta, sobre todo para paÃses con economÃas débiles señala que por un lado existe una carencia de recursos, ya sea de Ãndole financiera, material (equipo, muebles), de infraestructura, tecnológicos o incluso de recursos humanos. Por otro lado, también se produce una carencia de recursos éticos, a saber, la ausencia de principios, valores y actitudes en los miembros que integran gobiernos y administraciones públicas, lo que da pie a situaciones que permiten el surgimiento de comportamientos antiéticos como la corrupción, el abuso de autoridad, la negligencia, la prevaricación, el nepotismo, etc.
Sin embargo, es la corrupción la que se convierte en el referente empÃrico por excelencia al ser causante de la pérdida y desviación de recursos públicos y en consecuencia del incumplimiento de las metas. Quién se corrompe obtiene un beneficio en perjuicio de la sociedad. La corrupción en el interior de las administraciones públicas genera un derroche de recursos, ineficacia en el cumplimiento de las metas, asà como ineficiencia en la prestación de servicios.
Quienes han conocido la corrupción son tocados por la ambición la que les impulsa a engañar, estafar sin ningún tipo de escrúpulo.
(*) Ingeniero