¿Otra vez con eso? Sí, no hay forma de eludirla. El acallar la indignación que nos bulle dentro es otra forma de mentir. La mentira es como la hierba mala que crece en todas partes y se enreda en los pies, no es como la verdad que necesita quien la defienda. "Cuando la voz de un enemigo acusa, el silencio de un amigo condena". Hay silencios que descubren la deslealtad. ¿Qué decepción tendría la reina? Ana de Austria debería saber que alrededor del poder siempre rondan los aduladores, por eso los palacios de los tiranos huelen a incienso.
¡Y qué suerte tiene la palabreja! Su presencia en el lenguaje cotidiano va marcando época. Unas veces para defenderse de ella; otras, para imponerla a rajatabla. Hasta nos tienen amenazados con dictar una ley que se promulgaría el rato menos pensado. Felizmente Bolivia es el dichoso país donde está prohibido pensar, y es porque el que piensa y razona puede darse con la verdad, y eso no les conviene. Dilma, la ex presidenta del Brasil, tuvo una feliz ocurrencia. Refiriéndose a los periodistas dijo: "Prefiero la estridencia de la protesta al silencio de la sumisión".
En estos días turbulentos que corren, con la ley tramposa de los partidos, La Haya encima como la espada de Damocles, y el mar puesto en bandolera como eso de decir que estamos cerca al Pacífico - que es una soberana mentira-; en estos días, decimos, ha sido más que sospechoso que precisamente los más redomados mitómanos hablen de erradicar la mentira. Significa eso echar el bulto al vecino para que la mentira no les siga quemando las manos.
Si desglosáramos de ese "bulto" la verdad, ésta no sería sino una esmirriada pieza casi imperceptible, en medio de la gigantesca mentira extendida. Nos hemos acostumbrado a convivir en paz con ella, tal que ya no nos impresiona que un vocero palaciego declare sin sonrojarse que en Bolivia existe una "perfecta democracia". El desmentido vino en la palabra de una subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento europeo, que visitó el país en abril de este año. Dicho organismo dijo que en Bolivia "hay un riesgo de involución democrática". La divergencia tal vez sea cuestión de sensibilidad.
Aquí no ha llegado todavía la advertencia de que "codearse en paz con la mentira, es mentir; ver con indiferencia un crimen, es cometerla". Hay gente que mira de palco la tormenta que azota en la esquina, y no le importa mucho la maniobra que pretende liquidar la democracia. Y los presidenciables protestan no juntarse con nadie. ¡Abajo la unidad, viva la dispersión! El Evo debe de sentirse muy feliz.
Por supuesto que hay una infinita gama de expresividad verbal; pero no sólo con palabras se dice o no se dice. La conducta situacional también vale. En ese ámbito parece ubicarse el preventivo afán de adelantarse al fallo de La Haya. Chile tiene definida su posición. La otra parte, cuya ansiedad está enlazada con alguna intención vedada, es la que visiblemente se muestra nerviosa.
(*) Escritor.
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