El 21 de septiembre en Bolivia se celebra la «Fiesta Nacional del Médico y DÃa Boliviano de la Salud», por decreto supremo del entonces presidente constitucional Dr. Luis Adolfo Siles Salinas.
Debo comenzar felicitando y agradeciendo a tantos galenos que a lo largo y ancho del paÃs trabajan con denuedo y afán para curar y prevenir los males del cuerpo, felicitar muy sinceramente a esos médicos que han hecho de su vocación y profesión un servicio, especialmente a los médicos que he tenido la suerte de conocer.
La Real Academia de la Lengua define la medicina como: 1. Ciencia y arte de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano. 2. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales.
El sabio griego Hipócrates, es conocido como el «padre de la medicina» por haber impulsado con su agudo interés en los males corporales, el estudio y la investigación de la medicina como ciencia. De él surgió el «Juramento Hipocrático» actualizado por la Declaración de Ginebra de 1948:
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«En el momento de ser admitido como miembro de la profesión médica: prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad; otorgar a mis maestros los respetos, gratitud y consideraciones que merecen; ejercer mi profesión dignamente y a conciencia; velar solÃcitamente y ante todo por la salud de mi paciente; guardar y respetar los secretos a mà confiados, aun después de fallecido mi paciente; mantener incólumes por todos los conceptos y medios a mi alcance el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica; considerar como hermanos a mis colegas; no permitir que consideraciones de credo polÃtico o religioso, nacionalidad, raza, partido polÃtico o posición social se interpongan entre mis deberes profesionales y mi paciente; velar con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza, y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas. Solemne y libremente, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho».
Hipócrates vivió alrededor del 460-380 A. C., su juramento probablemente se remonta al momento de su vida o poco después. La ética médica consecuentemente se origina en la escuela hipocrática de la antigua Grecia. Los miembros de esta escuela buscaron diferenciar su profesión de las prácticas ejercidas por otros curadores al enfatizar que su ejercicio médico era racional y cientÃfico en lugar de mágico o religioso. El código hipocrático proporciona reglas tanto para la relación médico-paciente como para la ética profesional.
�tica que regula la actividad de la medicina para que siempre prevalezca una actuación correcta de los profesionales de la salud en relación a los pacientes que tratan.
�tica, lamentablemente no siempre presente en el servicio que brindan algunos médicos. Uno puede ver de cerca cómo hay gente que sufre a falta de recursos materiales y muchas veces a falta de sensibilidad de aquellos médicos que sólo han puesto en sus conocimientos el lucro como medio y meta de todo. De ahà que haya tantos profesionales de la salud que se prestan al crimen del aborto y que promueven la eutanasia. Al conversar con los estudiantes de medicina de las diversas universidades públicas y privadas, uno puede percatarse de que la mentalidad abortiva viene desde las aulas universitarias.
Falta de ética cuando quienes, sin tener vocación médica, construyen clÃnicas privadas en las que predomina el afán lucrativo. Sus farmacias internas proveen medicamentos a los pacientes con precios más altos que los de las farmacias externas. ClÃnicas privadas en las que el personal de salud manda al paciente exámenes y análisis muchas veces innecesarios, que se los hacen en la misma clÃnica «porque se ha de sostener su funcionamiento».
Falta de ética en aquellos médicos que prescriben medicamentos sólo por las comisiones que la industria farmacéutica les obsequia.
Por otra parte, ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, haya todavÃa quién se muere de hambre; quien está condenado al analfabetismo; quién carece de la asistencia médica más elemental; quién no tiene techo donde cobijarse?
Hace muchos años las religiosas Siervas de MarÃa estaban presentes en el hospital de Huanuni, vinieron luego los celos, las presiones sindicales y polÃticas, y la angurria de cupos para sus conmilitones, y éstas se marcharon, si no las quieren en un sitio, hay tantos lugares donde una congregación religiosa puede hacer presente a Cristo en los enfermos y desamparados, pero los que perdieron fueron los pacientes, sin lugar a dudas.
Lo mismo ocurrió en el Hospital General San Juan de Dios, donde las religiosas de Santa Ana estuvieron tantos años dando su vida a la causa de los enfermos y de la salud. Las salas de enfermos eran limpias, sépticas, el personal era amable, atento, y dedicado a su oficio, aunque austero por supuesto. Hoy en dÃa es verdaderamente un desastre su infraestructura. Las gradas de acceso a la UTI están desmoronándose, ¿Cómo son trasladados los enfermos a ese nivel si no hay rampas?
Vea el sillón para que los familiares esperen, totalmente desvencijado, como casi todo el Hospital General y como el sistema de salud del paÃs. Han improvisado entradas estrechas. Vea la fachada, su aspecto es tétrico. Claro, las autoridades que viven obnubiladas en sus ideologÃas y metas personales, en una nube de atenciones, de cuidados y de privilegios, desconocen el drama de los enfermos, y ¿Qué les importan los pobres enfermos?
No estarÃa demás que al personal de salud se le enseñara, durante sus estudios, el arte de sonreÃr y de tratar a los pacientes mayores de Usted, y no de tú.
Feliz dÃa del médico a los buenos galenos, esforzados, dedicados y respetuosos de la vida, pero ¿DÃa boliviano de la salud? Ni de lejos.