Empezar a pensar en el futuro es ahora. Reducir el uso de combustibles fósiles es ahora. Estados modernos y gobiernos liberales democráticos deben enfrentar el reto. Aunque el relato polÃtico liberal está algo alicaÃdo, como dice Yuval Noah Harari en sus 21 lecciones para el siglo XXI, y coincido con las amenazas a las que se enfrenta la comunidad global, una de ellas el colapso ecológico, impulsado en gran medida por el abuso de combustibles fósiles, no es menos cierto que podemos confiar en esa disrupción tecnológica, que también indica el autor, para -por ejemplo- impulsar el uso de transporte masivo, público y privado, impulsado por electricidad.
Veamos cómo vamos: la buena noticia es que en calles de China y europeas circulan más de 1 millón de vehÃculos eléctricos, en cada zona geográfica y Estados Unidos va cerca de cumplir ese hito.
Mucha prensa titula que 2018 "es un buen año para los vehÃculos eléctricos" (varias marcas, modelos y para bolsillos diferentes, desde el Nissan Leaf, Jaguar I-Pace, Tesla, Audi e-Tron, etc). Y en Europa sólo por destacar el ejemplo más ruidoso: Noruega sigue liderando el uso/adquisición de eléctricos (market share del 37% del mercado de vehÃculos).
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El uso de eléctricos contribuirá a mejorar condiciones de aire respirable en grandes ciudades: México, Buenos Aires, Sao Pablo, en América Latina.
El uso masivo de vehÃculos eléctricos nos pondrá en un nuevo dilema que las renovables pueden solucionar: habrá nuevos picos de uso de electricidad que necesariamente debe ser generada, en la transición energética, por la llave maestra del desarrollo de fósiles a renovables que es el gas natural, como ya ratificó el grupo de energÃa de los paÃses G20. Y obviamente generación eléctrica vÃa renovables con mayor cuota de participación en el mix de consumo latinoamericano.
Reino Unido y Francia tienen normas que reducirán el uso de venta de gasolina y diésel para el año 2040, de manera que ello estimuló a la investigación y desarrollo de nuevos productos de transporte dirigidos a reducir emisiones. La Unión Europea tiene objetivos de descarbonización muy claros en la reducción de emisiones de vehÃculos de transporte, sea privados o públicos.
Se anota que a partir de 2020 los nuevos parámetros de emisiones serán: 95 gCO2/km para coches y 147 gCO2/km en el caso de camiones. Cuotas altas que no serán fácilmente cumplidas por los vehÃculos de motor de fósiles (combustibles gasolina, diésel), necesariamente la electricidad va a ser parte del nuevo paradigma del transporte. Llegar a reducir emisiones no sólo pasa por hacer el combustible eficiente, sino por cambiar la matriz de energÃa de los vehÃculos: de combustibles fósiles a electricidad. Suena sencillo. Fueron años de investigación y con muchos retos aun por cumplir.
La masificación del vehÃculo tiene que ver con la capacidad del usuario de adquirir la unidad.
El consumidor debe poder tener la capacidad financiera de no sentir un golpe fuerte en su bolsillo, en todo caso los gobiernos modernos deben incentivar esta revolución del vehÃculo eléctrico que además ofrezca: suministro eléctrico permanente, normatividad clara y transparente, incentivos de compra, reducciones de impuestos de importación y de impuestos municipales por lo menos -en América Latina- por los primeros 5 años de la implementación de este tipo de transporte (sea masivo o privado).
La tecnologÃa mejorará tanto la eficiencia en el desempeño del motor, vÃa electricidad, versus los motores de fósiles y los tiempos de carga eléctrica de los vehÃculos de electricidad que ahora están algo largos, sin dejar de lado las infraestructuras accesibles o "puntos" de recarga que necesariamente son inversiones que deberÃan preverse desde el Estado para estimular a que industrias privadas monten vehÃculos eléctricos en paÃses de gran parque automotor por reemplazar.
Destaco que Costa Rica cuenta con una Ley de incentivos y promoción del transporte eléctrico que permite incentivar su uso en el marco de una estrategia de sostenibilidad que busca reducir nivel de emisiones. Esa ley, particularmente, señala interesantes incentivos financieros y acceso al crédito, además que usuarios y productores de vehÃculos eléctricos pueden ser calificados para exoneración impositiva; de repuestos; exoneración del equipo para el ensamblaje y la producción de vehÃculos eléctricos; exoneración del impuesto a la propiedad para los vehÃculos eléctricos; no estarán sujetos a la restricción de circulación vehicular; exoneración del pago de parquÃmetros y hasta uso de parqueo gratuito.
Bien por Costa Rica que según la Agencia Internacional de EnergÃa (dato de 2017) la electricidad de Costa Rica contiene 72 veces menos emisiones de CO2 que el promedio mundial, de manera que por cada litro de combustible fósil importado -porque gasolina, diesel no es producido al interior del paÃs- y que encima se sustituya por un kilovatio proveniente de electricidad vÃa renovable y de generación nacional, beneficia el ambiente, salud pública y economÃa del paÃs.
Volvemos a subrayar que la revolución del vehÃculo eléctrico, en América Latina, va a ser un suceso siempre y cuando el modelo de negocios cierre positivamente para productores y compradores, siempre y cuando haya los correspondientes estÃmulos o incentivos gubernamentales, para impulsar el mercado.
Algunos incentivos estatales que podrÃan copiarse -y mejorarse- en América Latina: Japón: el gobierno paga la mitad de la diferencia entre el precio del vehÃculo eléctrico y su equivalente a gasolina; China otorga un bono por 9,600 dólares, Estados Unidos, dependiendo el estado, el propietario de un auto eléctrico puede deducir hasta 7,500 dólares del valor factura.
La nueva trilogÃa empieza a tener sentido: gas natural y renovable para generación eléctrica, sumados a eficiencia energética en el consumo y cambio de paradigma en la matriz de transporte con vehÃculos eléctricos.
Ã?zqueda @BorisSGomezU