Viernes 02 de julio de 2010

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Cuando aprobaban, contra viento y marea, la nueva Constitución Política del Estado- a salto de mata, entre asesores extranjeros, movimientos sociales y cuarteles- nunca imaginaron que el hecho de otorgar poderes, casi ilimitados, a treinta y seis naciones originarias y a los movimientos sociales, para lograr sus objetivos, les traería más de un dolor de cabeza. No les pasaba por la mente, como lo dijimos alguna vez, que no se puede ofrecer el cielo y las estrellas, cuando el cielo está encapotado y nubes negras amenazan la paz en nuestro país. Ahora, resulta que “son demandas absolutamente inadmisibles”; recién ahora se vienen a dar cuenta que “no se pueden restringir los derechos de todos los bolivianos, para privilegiar a una minoría”. Dicho por el Ministro de Gobierno.
Cuando se utilizan demagógica y abusivamente a grupos sociales para lograr objetivos que convenían sólo a los intereses diseñados para hacerse del “Poder total”, aprovechando de esos pueblos que fueron, evidentemente, marginados durante muchos años, por gobiernos “democráticos” de corte derechista, de centro izquierda, dictadores militares, o cualquier otro sistema, las consecuencias pueden ser funestas. Ahora, se manosea a esos pueblos que siguen marginados y utilizados como material desechable. Eso, es actuar con criterio racista y demagógico. Porque, en lugar de brindar a esos pueblos un trabajo que los dignifique, entregándoles maquinaria e insumos para los cultivos, y que sean pagados con su trabajo, logrando que el sustento familiar sea, al fin, legítimo y sobre todo digno, los contentan con bonos y dádivas por asistir a marchas de apoyo oficialista. Sabiendo que eso no puede ser eterno y no significa una base sustentable para un desarrollo integral.