Jueves 13 de septiembre de 2018
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La historia muestra que mientras un gobernante tiene m谩s poder y atribuciones por cesi贸n o por avasallamiento, mayor es su empe帽o en perpetuarse en el mando de la Naci贸n. Esto de eternizarse, en las monarqu铆as se justificaba con el argumento de que el poder de un soberano era concedido por Dios. En la actualidad eso ya no tiene sentido, como los otros argumentos actuales, tambi茅n forzados o falsos: el pueblo supuestamente pide al caudillo su continuidad indefinida como su gobernante.
En el pasado, hubo caudillos autoritarios que se perpetuaron en el poder hasta el fin de sus d铆as, como Juan Vicente G贸mez en Venezuela, Francisco Franco en Espa帽a, Jos茅 Stalin en la Uni贸n Sovi茅tica, Mao Tse Tung en China, Kim Jong-Il y su hijo Kim Il-Sung en Corea del Norte, Josip Broz "Tito" en Yugoslavia, Hafez al Asad en Siria, Fidel Castro Ruz, en Cuba y muchos otros m谩s. Creyeron que pasar铆an a la Historia como benefactores de sus pueblos, lo que no ocurri贸; se los considera ejemplos de lo que nunca debi贸 suceder. Por eso, es dif铆cil de justificar que haya quienes se empe帽en en alimentar los afanes de perpetuaci贸n en el gobierno de una Naci贸n. Y es m谩s: a los caudillos se les hace creer que su gesti贸n y sus obras -si algunas persisten- ser谩n reconocidas como resultado de un pretendido buen servicio a la Naci贸n.