Todo parece transcurrir de manera sencillamente "pasiva", con un enorme contingente ciudadano de desempleados, pero que alineados en la corriente de la informalidad se constituye en el factor más tranquilo y menos agresivo en términos conflictuales, puesto que no exige aumento salarial y tampoco doble aguinaldo.
Los datos económicos que se manejan en la esfera financiera del país, señalan que Bolivia sigue siendo líder regional en materia de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y se trata de una apreciación corroborada por algunos de los organismos internacionales, por lo mismo con una aceptación en niveles del manejo de cifras internacionales.
Sin embargo, según los analistas del fenómeno nacional y auscultando al interior de la economía vigente, se establece la vigencia paralela de una corriente irregular que funciona subterráneamente, pero que es válida al estar conformada por un altísimo porcentaje comunitario que mueve "capitales formales", soluciona causas del desempleo, paga un derecho de sitio para funcionar, pero es parte de una millonaria evasión impositiva que le resta ingresos al Erario, pero compensa esa deficiencia con otra que podría denominarse "tranquilidad social".
Hace años que funciona el sistema y es en ese tiempo que no se han definido políticas concretas para eliminar el sistema que desaparecerá en la medida que puedan crearse miles de empleos formales para reemplazar los informales, aspecto que por supuesto no está en la perspectiva "socio-laboral" del tiempo actual, cuando hay muchas otras condiciones favorables al proceso irregular que dicho sea de paso, incluso tiene un aval oficial que institucionaliza su vigencia.
Lo que en realidad preocupa, pero no al sistema gubernamental, sino más bien al sector de la empresa privada, desde las micro y medianas empresas, hasta las industrias proveedoras de una serie de productos es la abierta y desleal competencia que genera la economía informal, sustentada abiertamente por el contrabando que abastece de variada mercadería a los comerciantes informales, que además se nutren también de la masiva internación de productos (chinos) baratos y dudosa calidad, produciendo una ostensible rebaja en el comercio de la producción nacional, manufacturas textiles y de cuero, incluso de muebles. Ese fenómeno es el que preocupa al sistema legalmente constituido, que se ve obligado a reducir su actividad, al no poder cumplir con las obligaciones sociales y la presión tributaria, que lógicamente no toca al ejército de la informalidad.
Se trata de un proceso que se desarrolla en una espiral inflacionaria que va creciendo permanentemente y para la que no se han definido restricciones legales que influyan en su paulatina disminución, esto implica un convencimiento de que debe compartirse el "espacio laboral", entre pocos trabajadores legales y muchos ilegales, estos últimos que evidentemente no gozan de beneficios sociales pero se ingenian para rescatarlos moviendo simplemente su sistema de precios.
Es evidente la imposibilidad de medir exactamente el porcentaje existente de actividad informal, sumando gente por un lado y pretendiendo calcular un monto global del movimiento financiero que implica ese negocio irregular, que por sus proporciones pone en conflicto al sistema legal, pero al mismo tiempo suma una millonaria evasión que resta ingresos al Tesoro General, pero?sin conflictos sociales, salvo cuando se pretende restringir su actividad para enmarcarlo en la Ley.
De momento este proceso sigue imparable y estará ampliando su círculo, en tanto no se den las condiciones propicias para crear miles de empleos seguros, un buen deseo con pocas posibilidades de ser real.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.