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Domingo 09 de septiembre de 2018

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Cultural El Duende

Manual para abusar del poder

09 sep 2018

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TEOREMAS POLÍTICOS

La razón ha permitido al hombre construir una ciencia perfecta: la ciencia matemática. Hobbes sostiene que para desarrollar una teoría sobre alguna región de la realidad o algún aspecto de nuestra experiencia, debemos proceder como procede el matemático: debemos buscar, primero, verdades evidentes, universales y necesarias, y de ellas deducir todas sus consecuencias. De esta manera lograremos adquirir los conocimientos deseados en forma rigurosa.

Partiendo de esta concepción, Hobbes propone elaborar una teoría del poder político que pueda compararse, en rigor y perfección, a la geometría. En ella, todo lo que no sea estrictamente racional queda definitivamente excluido. Ni la tradición, ni la religión puede intervenir en la precisa urdimbre de sus conceptos y de sus derivados deductivos.

Hobbes no sólo quiere fundamentar el poder de manera racional. Pretende, además, en su sistema, demostrar que la monarquía absoluta es la única forma de gobierno racionalmente aceptable. ¿Por qué se afana por llegar a esta conclusión? Seguramente porque le tocó vivir la tremenda experiencia de la revolución de Crornwell, de la ejecución de Carlos I y del caos que se produjo durante todo el proceso y, sobre todo, después de la muerte del protector. Durante la revolución, su vida corrió peligro y se vio obligado a huir de Inglaterra y refugiarse en Francia.

Para demostrar que el mejor gobierno era la monarquía absoluta, escribió varios tratados, siendo el principal una obra extraordinaria que tituló Leviatan, tomando la palabra del Antiguo Testamento, en el que significa un monstruo de inmenso poder; porque el Estado debía ser, en su concepto, todopoderoso para que la sociedad pudiera marchar en orden y pudiera florecer en ella el bienestar general. De acuerdo a su método, partió de tres principios que consideró como evidentes y fundamentales.

LA NATURALIZACION DEL EGOÍSMO

1) Todo individuo tiene el derecho de autoconservarse y de oponerse a aquello que tienda a causarle daño. 2) Todo individuo tiene derecho de utilizar los medios que le permiten alcanzar sus fines (en términos precisos: todo individuo tiene el derecho de perseguir, egoístamente, su bienestar). 3) Los individuos deben cumplir sus pactos.

Para Hobbes es una verdad evidente que los seres humanos son radicalmente egoístas y que cada persona sólo persigue su propio beneficio. Por eso, si no se hace un pacto social en el que todos deleguen el mando en una sola persona, la sociedad no puede marchar en orden porque, debido al egoísmo intrínseco de cada uno de sus miembros, se producirá un estado de guerra generalizado que llevaría a la imposibilidad de la vida social. Por esta razón la delegación de poder debe ser absoluta, pues, de otro modo, el gobierno se hace difícil o imposible debido a las discrepancias y contraposiciones entre los que toman las decisiones.

Desde luego, como muestra la razón, la decisión para hacer el pacto es tomada por los individuos que integran el cuerpo social. No hay ninguna razón para que un individuo tenga mando sobre los demás, salvo el consenso colectivo. Pero mediante el consenso, que se expresa en el pacto o contrato social se puede delegar el mando y se puede haber la manera absoluta. Una vez que se hace el pacto, debido al tercer principio supremo del comportamiento racional, tiene que cumplirse. De este modo la sociedad entera queda sometida al mando del monarca absoluto y, gracias a esta sumisión, voluntaria en el origen, los ciudadanos logran una garantía de que sus intereses serán respetados y que los conflictos entre ciudadanos eran resueltos de manera armoniosa y justa.

LA SOMBRA DE UN PENSAMIENTO

Hobbes estaba convencido de que, gracias a su método racional, había logrado fundamentar el poder absoluto de los monarcas de manera incontrovertible. Y sus tesis contribuyeron en no poca medida a afianzar el poder absoluto de Carlos II. Pero si se somete su obra a un análisis racional riguroso, se llega a la conclusión de que queriendo apoyar la monarquía absoluta, en realidad estaba contribuyendo a destruirla.

Al rechazar la tradición y la religión como fundamentos del poder, y al afirmar que el fundamento último del poder es el consenso, mostró que la monarquía no tenía más fundamento que la voluntad popular. En consecuencia, la misma voluntad popular que había delegado el poder al monarca absoluto, podía retirárselo.

Para evitar esta consecuencia inescapable, Hobbes comete un sofisma: sostiene que los pactos deben ser cumplidos siempre. Esto es correcto si las partes que han hecho el pacto lo cumplen. Pero si una de ellas lo viola, las otras no tienen por qué seguir respetándolo. El pacto mediante el cual se delega el poder absoluto al rey, presupone que el rey gobierne para el beneficio de la colectividad. Pero si, abusando del poder absoluto que se le ha delegado, procede de manera arbitraria, utilizando en forma despótica y cruel la fuerza que se le ha conferido, los ciudadanos no tienen por qué seguir soportándolo. Y desgraciadamente, este abuso se produjo. El gobierno de Carlos II fue desastroso.

Seguramente Hobbes procedió con la mejor buena fe del mundo. Mas, la buena fe no basta para convencer. Sus argumentos fueron, en parte, erróneos. Pero en el planteamiento fundamental fueron acertados: sólo la razón puede ofrecer un fundamento aceptable del poder. Sin proponérselo, su obra fue uno de los importantes afluentes del gran río que, en nuestro mundo moderno, condujo hacia la democracia; sistema político que, por ser el más racional de todos, es también el más humano.

Francisco Miró Quesada.

Perú, 1918. Filósofo y Periodista.

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