Domingo 09 de septiembre de 2018
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El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey habÃa hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacerÃa, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existÃa la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
-¿No es maravillosa? -dijo-. Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su vida para cuidar a su madre. ¡¡Es maravillosa!!
Cierto dÃa, mientras Sabrina estaba sentada en el jardÃn del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último durazno que quedaba en la canasta.
-¡Parecen ricos! -dijo el rey.
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último durazno.
-¡Cuánto me ama! -comentó después el rey-. Renunció a su propio placer, para darme el último durazno de la canasta. ¿No es fantástica?