En este punto es legÃtimo preguntarse ¿Habla en serio? ¿El Presidente es la persona adecuada para proponer una Ley contra la mentira? Aún suponiendo que lo fuera, todos sabemos que de lo que se trata, como otras tantas normas a la carta de su gestión, es de un nuevo instrumento para restringir más los derechos constitucionales de todos.
La respuesta ante tal admonición debe darse en el marco de la defensa de nuestro derecho de libre pensamiento y libre expresión. No se debe caer en la trampa del miedo o, peor, la falsa certeza de que ante el autoritarismo y el secuestro de la democracia y sus instituciones, o se escoge la violencia o se acepta el imperio de los fuertes y atrabiliarios con resignación.
La nueva "legalidad" es una imposición que vulnera nuestro pacto social, es una construcción perversa que busca apropiarse de las reglas y su administración. En este contexto, no hay cosa peor que la ambigüedad. Desde el poder se arma un nuevo andamiaje, una estructura totalitaria torpemente disfrazada. La secuencia es muy obvia, pero funciona mejor de lo que esperarÃamos. La mentira dice ser verdad y acaba confundiendo. Cuesta entender que una buena parte de la población poco educada, mal informada, o francamente manipulada termine, en el mejor de los casos, por dudar y en el peor por creer, pero es asÃ. El 21F, sin embargo, demostró que la fórmula de la mentira no es infalible.
Los dos mandatarios mintieron cuando dijeron que un voto es suficiente o que si perdÃan reconocerÃan la derrota. El Tribunal Constitucional se encargó del trabajo sucioÂ? Curiosamente ninguno de los dos gobernantes parece hacer una relación de causa y efecto entre esa flagrante evidencia y la pretensión de hoy de aprobar una Ley contra la mentira. Es sugestivo, pero quizás a fuerza de enajenación, aislamiento y repetición de determinado mantra, pareciera que el negro se ha vuelto blanco, el dÃa noche, la luna sol y el agua tierra. ¿Son mundos paralelos? ¿Estamos todos enloqueciendo? ¿Los hechos fueron ilusión de los sentidos y las palabras que los subvierten, las nuevas verdades? No, es el efecto del poder que obnubila y destruye los espÃritus. Para quienes no quieren saber de otra cosa que no sea de las veleidades del poder, la construcción de su mundo imaginado es real, en tanto lo impongan a fuerza de apropiarse de los derechos de sus compatriotas.
La "legalidad" de hoy es una mentira porque vulnera de manera sistemática la norma de normas que ellos mismos redactaron y que hoy no les sirve, porque creyeron que todos beberÃan el agua que nubla los ojos a la verdad por un tiempo indefinido.
Para combatir el emponzoñamiento la democracia es el arma más poderosa para la libertad, la paz y la justicia, la que el pueblo soberano se da a sà mismo, no la que ha sido envilecida por el poder arbitrario. SÃ, es con los instrumentos de la democracia que se vence al a la mentira, aunque a veces parezca que es una tarea imposible. La única tarea imposible es la de la resignación.
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