Un festival sin precedentes

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Fue aquel 2011 cuando Oruro se vistió de gala para vivir uno de los momentos más inolvidable de su historia, como el Festival Nacional de Bandas de Música, que tuvo aditamentos especiales y que hicieron de la cita en una de ensueño.

El sol estuvo radiante esa jornada, brillaba con todo su fulgor. La gente estaba preparada para vivir un concierto de melodías de la música del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, que iba a ser interpretada por miles de músicos, cinco dijeron las estadísticas.

El escenario era propicio para un encuentro de culturas sin precedentes que tendría como cómplice el infierno. Sí porque desde la tierra se tuvo una conexión con el averno aquel día, pues los diablos invadieron la Avenida Cívica "Sanjinés Vincenti" para mostrar al mundo a través de la danza de la diablada, la riqueza de la Alta Tierra de los Urus.

Los diablos, china supay, osos, luciferes, diablesas y cóndor, mientras hacían de las suyas en un control diabólico, desde lo más alto del firmamento, llegó el Arcángel Miguel para posicionarse sobre los pecadores y dar su bendición celestial. Asimismo, tuvo la difícil misión de controlar a las huestes infernales que estaban a punto de secuestrar las almas de los mortales.

En medio de ese idilio, de la nada salió la rebeldía de un diablo que se vistió con la casaca del equipo de los orureños, San José para apoderarse de la atención mundial y que mediante sus movimientos hizo que la cita sea más inolvidable.

Sin duda alguna, fue un momento que no se volverá a repetir y si eso pasa, sólo ocurrirá en la retina de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar de tan memorable cita.