Un mensaje enviado a mi correo desde Córdoba (Argentina), de entrada, me hace esta pregunta: ¿Dónde queda La Asunta? El remitente es un amigo al que aún le duelen las cosas de la patria. Mi respuesta: La Asunta es un municipio donde se produce la mayor cantidad de coca en los Yungas. Es también el extraño y misterioso lugar donde apareció el presunto esqueleto de un policía suicida que, después de victimar a su esposa, una periodista de PAT, fue allí a colgarse de un árbol. Como nadie le vio pasar por la carretera, se supuso que estaba fugando en un coche volador. El jefe policial de entonces, poniéndose de hinojos, solemnemente, dijo: "declaramos santo este lugar".
Me hablas después de los estragos que estaría causando el narcotráfico. ¡Oh, lamento decirte que es cierto! Corrupción, contrabando y narcotráfico hacen hoy la historia oscura de Bolivia. No me vas a creer: no hay un solo día en que no se denuncie una corrupción. Y, como tú sabes, ese flagelo tiene muchos rostros. El indígena que ungió de Apu Mallku a Evo en Tiwanaku, se convirtió luego en "narco-amauta". ¿Quieres algo de estos días? Un sujeto declarado "mártir de la reivindicación marítima", había sido un contrabandista de camiones robados, como denunció en su momento Chile. Y no terminaría nunca de contarte. Paremos, compañero.
Vuelvo al tema de tu interés. De cómo dan vuelta las cosas de la vida, nos ilustra Azorín, un egregio escritor de la Generación del 98 en España, quien en una crónica titulada Las nubes, cuenta que la escena donde se conocen Calixto y Melibea, torna a reproducirse en parecidas circunstancias, en el mismo jardín, después de 18 años. Salvando distancias, se está dando en Bolivia un fenómeno similar: la dura represión policial a los cocaleros, igual que ayer. Claro, en La Celestina fue el comienzo de un idilio; lo de La Asunta es una tragedia, con muertos y heridos.
Te acordarás que Banzer, al aplicar su política "dignidad", con coca cero en el Chapare, utilizó también mano dura. La lucha de ambos lados fue sangrienta y cruel, con emboscadas, y bloqueos que paralizaban el tránsito. Allí surgió el liderazgo sindical y político de Morales. Pocos años después, los neoliberales, en plena decadencia, socavados por la corrupción y la ineficiencia, entregaron en bandeja el poder a los cocaleros del chapare.
Se decía entonces que habían dos clases de coca: la "milenaria y sagrada" que se consumía en el pijcheo, y la llamada excedentaria: áspera, gruesa y desabrida, cultivada para la fabricación de la cocaína. Aquella se producía en los Yungas y la otra en el Chapare. Y si tú vuelcas del revés este cuadro, tienes exactamente el de hoy; hasta las justificaciones y los discursos son los mismos. Yo no sé si es tanto como te han dicho, que las víctimas de ayer son los verdugos de hoy. Yo no sé. Pero es verdad que la hoja del Chapare se ha convertido en legal y sagrada; la de los Yungas es ahora la ilegal y excedentaria; con la nueva ley, ambos están en una misma bolsa. Por eso allá no pasa nada y en La Asunta se reprime a bala, como en la época del dictador Banzer.
Quiero cerrar, pero me reclama el tintero. ¿Sabes qué es? La última "estrategia envolvente" del sindicato legislativo, con eso de las primarias; es decir, la trampa, que también ha vuelto. La atomizada oposición no sabe qué hacer, ¿Representará otra vez la comedia del tonto útil y al servicio del vivo inútil, como tú piensas? En verdad, en ninguno de los bandos se insinúa siquiera un líder medianejo. La masa nos ha invadido como la maleza al jardín abandonado. Todos son rasos; no hay un capitán.
Con un cordial saludo, hasta pronto.
(*) Escritor
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