Del examen al proyecto del tren bioceánico y a riesgo total, de recibir un coro de anatemas de los esbirros del gobierno departamental, se puede apreciar, que el tren bioceánico, no, beneficiaría en apariencia a Oruro, por su diseño poco acertado y que al parecer tendría un cariz político, más que práctico.
La vinculación con el océano Pacífico es un hecho, inevitable, de la tradición de Oruro, como consecuencia, tanto de la situación geográfica de nuestra tierra como del emprendimiento de la gente orureña, los pueblos siempre logran la mejor vía de comunicación para sus intereses.
No sólo el océano Pacífico sino el Atlántico también es parte de esa vinculación, así como las tierras del Chaco, los desiertos, las selvas, los llanos, los valles y las montañas, discurren con una comunicación natural cuyo eje central es el Altiplano orureño, un auténtico eje articulador y así se ha venido entendiendo desde los tiempos de Paria, de los Urus, hasta el presente.
Pero en definitiva y como factor más grande que la situación geográfica es el factor humano, es decir; son los pueblos de Sudamérica los que hicieron, hacen y harán posible la integración. Es en ambos factores que por su simple percepción de buscar nada más que una ruta "rápida", que la concepción del tren bioceánico no es beneficiosa para Oruro y por ende probablemente para el país. Por diferentes razones.
Se renunciaría a la diversificación de terminales portuarias en ambos lados del corredor, eliminándose a saberse: Matarani, Ite, Mollendo, Arica, Iquique, Mejillones, Antofagasta en el Pacífico. Puerto Busch, Central Aguirre, Puerto Casado, Rosario en la hidrovía Paraguay-Paraná, Nueva Palmira, Montevideo, Buenos Aires en el Atlántico, negando, así los principios multiplicadores y de optimización de carga en relación al precio.
Con la reducción de la diversificación a favor de dos estaciones Ilo y Santos en el Pacífico y el Atlántico respectivamente, solo se obtiene un mínimo de ahorro de tiempo, sin la reducción de precios de transporte, aspecto que simplemente beneficia al que transporta productos desde Santos hasta el Pacífico, perdiendo por falta de precio competitivo cualquier carga de retorno.
La reducción de la diversificación implica la ausencia de estaciones intermedias, que propicien un comercio activo, no olvidemos la inmensa gravedad comercial de Panamá que, con acierto, ejecuta, el tráfico por su Canal.
En verdad con vías ferroviarias y carreteras ya construidas desde y hacia Oruro, ¿valía la pena construir una totalmente nueva? ¿No era mejor que a una fracción del multimillonario coste de la faraónica obra del tren bioceánico, se adecúen, amplíen las obras ya hechas?
Asimismo, valía también la pena construir los tramos ferroviarios y carreteros que vinculen las redes; oriental y occidental, por los sectores de Incahuasi, por ejemplo, amén de ampliar las vías y carreteras hacia la hidrovía en sus puertos de Aguirre y Busch.
Los pueblos no podrían hacer un fecundo intercambio en una vía costosa y de cuestionable planificación, alejada de los núcleos de comercio, lo cual incide negativamente en la competitividad de los mismos, además del papel de las deudas contraídas por la construcción de dicha obra, puesto que, hasta la fecha, poco se sabe de quienes quieren efectuar inversiones en esta ferrovía, sino, de muchos que pretenden prestar el dinero para su construcción.
Oruro poseerá una participación accesoria y de paso, en esta ferrovía, siendo que se excluyó por completo el punto neurálgico del comercio que es la serranía sagrada de los Urus.
Resta entonces saber qué es lo que pasará con esta obra y cómo la encararemos los orureños.
(*) Asambleísta Orureño
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