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Domingo 02 de septiembre de 2018

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Revista Dominical

ECONOMÃA DE BOLSILLO

Comercio internacional y crecimiento (Parte 2)

02 sep 2018

Por: M. Sc. Joshua Bellott Sáenz

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Respecto a algunas consideraciones del anterior artículo (la parte 1), quiero resaltar nuevamente que en general se considera que un país debe siempre exportar más que importar. La idea es que si se exporta más, es porque existen más industrias y por lo tanto, mayor empleo y producción. Cuando hay mayor producción y empleo hay mayor creación de valor agregado, y por lo tanto mayor crecimiento.

El mayor crecimiento está representado por un mayor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), definido como el valor de los bienes y servicios finales producidos de una economía en un periodo dado, regularmente un año. El PIB también está definido como la suma de los valores agregados que se generan a través de la transformación de los productos para su consumo en una economía. Es así que el valor agregado es la suma de la remuneración a los factores; y uno de los más importantes es: el trabajo y su remuneración, el salario.

En este sentido, y siguiendo la idea anterior, las importaciones restan al PIB porque son bienes producidos en otra economía u otro país. Pero esto no es cierto en todo el sentido y en todos los casos, ya que se pueden importar algunos productos llamados intermedios que serán utilizados por la industria nacional para transformarlos. En ese proceso se obtendrá valor agregado y por lo tanto contribuirá al crecimiento del PIB. Por otro lado, existen también los productos importados para el comercio, osea, para el consumo directo de los ciudadanos en nuestra economía, actividad que crea empleo, y por lo tanto, valor agregado, aunque en un nivel más bajo respecto a los sectores que producen.

Por lo tanto, es importante analizar qué tipo de importaciones pueden ser beneficiosas y cuáles no. De hecho podemos afirmar que importaciones de productos que se producen en nuestra economía o que potencialmente pueden producirse, no se constituirían en la mejor decisión.

La Fundación Jubileo, por ejemplo, publicó hace un tiempo un gráfico que demuestra qué es lo que no deberíamos importar. En el siguiente gráfico se muestra cómo es que la economía boliviana ha evolucionado de manera incorrecta durante estos últimos años. En el gráfico se muestra la participación en el valor total de las importaciones de alimentos, según destino.

Resulta que en el año 2002, las importaciones de alimentos y bebidas destinadas al consumo de los hogares constituían un 39% del total, y las importaciones de las empresas alcanzaban un 61%. De hecho, son porcentajes que demuestran que las empresas bolivianas importaban estos productos para transformarlos, obtener valor agregado y obtener productos para venderlos dentro de la economía y contribuir al crecimiento. En este caso, el argumento es más delicado de lo que parece, pues no nos olvidemos que de los alimentos y bebidas que consumimos, depende nuestra soberanía alimentaria.

En 2017; siguiendo con el gráfico, nos encontramos con una situación contraria. Las importaciones de alimentos por parte de las empresas disminuyen a un 31% y la de los hogares aumenta a un 69%, o sea, que ahora consumimos muchos más alimentos del extranjero. Por supuesto esta situación tiene dos connotaciones importantes: Los alimentos que ahora se importan se dejaron de producir en el país, por lo tanto, se cerraron empresas, o pequeñas unidades familiares que producían alimentos, dejaron de hacerlo; y, ahora tenemos menor soberanía alimentaria que antes. Lo cual implica además que hay una sustitución de las importaciones hacia la producción nacional. Miguel Urioste afirma que más del 50% de las unidades productivas agropecuarias están ligadas a la baja productividad y la subsistencia. Por lo tanto, los más perjudicados, son los más pobres.

Para citar un ejemplo en que las importaciones pueden ser beneficiosas hasta cierto punto, mencionamos que, en el caso de Oruro, el 2014 el departamento se convirtió en el principal importador del país de combustibles, lubricantes y productos anexos, así como de piezas y accesorios de equipo de transporte. Esas importaciones alcanzaron un 29% del total de las importaciones del país, por lo que podemos afirmar que Oruro cuenta con una de las más grandes industrias de transporte del país. Sin embargo, es claro que esta industria de servicios, no necesariamente es intensiva en mano de obra (no da mucho empleo), y es un sector que contribuye a las importaciones y al comercio, que no necesariamente son sectores que coadyuvan de manera importante al crecimiento.

Por otro lado, como también mencionamos en el anterior artículo, Oruro para el 2017 se convirtió en un super importador, ya que las importaciones son cuatro veces más grandes que las exportaciones. Pero revisemos al respecto qué tipo de importaciones son las que crecieron más.

En términos agregados, los sectores que más crecieron del 2005 al 2017, en cuanto a importaciones fueron: suministros industriales; equipo de transporte, piezas y accesorios; y, alimentos y bebidas (entre 600 y 1000%).

Si bien al parecer es un buen dato que los suministros industriales hayan crecido de manera importante, detallamos a continuación algún producto o grupos de productos que crecieron aceleradamente en cuanto a las importaciones de los mismos, entre el 2005 y el 2017:

Azúcares, preparados de azúcar y miel: se incrementó 21 veces el valor de la importación

Productos lácteos y huevos de aves: se incrementó 39 veces el valor de la importación

Pescado: 43 veces

Bebidas: 126 veces

Tabaco y sus productos: 49 veces

Caucho en Bruto: 20 mil veces

Aceites y grasas fijos de origen vegetal o animal: 157 veces

Productos químicos orgánicos: 175 veces

Efectos personales: 93 veces

Productos animales en bruto: 1155 veces

Manufacturas de corcho y de madera: 42 veces

Continuando con el análisis, vemos que 6 de los 11 productos mencionados son alimentos, 3 de 11 son para consumo directo, y los últimos 2 que podían haber sido utilizados efectivamente para la industria. Si en vez de importar estos productos los hubiéramos producido, podíamos haber tenido un ingreso aproximado de: 35 millones de dólares, sólo el 2017.

Sin embargo, debemos recalcar que se eligieron sólo algunos productos que tuvieron un gran crecimiento en este periodo de tiempo, lo que significa que no necesariamente son los que mayor valor representan en cuanto a las importaciones. Algunos otros casos resaltantes son: en 2005 importábamos "legumbres y frutas" por un valor aproximado de 2,5 millones de dólares, para el 2017 importamos más de 12,5 millones; cereales y preparados de cereales importábamos casi 2 millones dólares, para el 2017 importamos más de 8,5 millones; petróleo y derivados de petróleo importábamos 44 millones y el 2017, 263 millones; plásticos en formas primarias, 2,5 millones, y ahora, 105 millones; hierro y acero, 6 millones, y ahora, 236 millones de dólares; y así sucesivamente. Un caso extraño es que para el 2017, por primera vez, importamos más de 1 millón de dólares, en monedas que no son de curso legal (o sea, otras monedas que no son dólares).

Por lo presentado líneas arriba, podemos concluir: Nuestra soberanía alimentaria está por los suelos, nuestra industria también, porque sin lugar a dudas no podemos cubrir la demanda interna con la oferta nacional, y por lo tanto, no hay empleo, no hay producción y el crecimiento es precario.

Vale la pena preguntarnos: las autoridades repetidas veces nos dijeron que el crecimiento de nuestra economía se basa en el incremento o incentivo a la demanda, gasto que se realiza cada vez más en productos extranjeros. Entonces, ¿cuánto más hubiéramos crecido si en vez de comprarles productos a nuestros vecinos, los hubiéramos producido en el territorio nacional?

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