Tuve la oportunidad de acompañarlo y darle el doloroso último adiós junto a mis colegas y amigos Clemencia Siles y Juan Cristóbal Soruco, asà como con los miembros de su congregación y un centenar de amigos.
Tuvo una vida plena y se mantuvo lúcido hasta cerrar los ojos para siempre tras el agotamiento de vivir casi un siglo.
Fue mi profesor, mi confesor, mi consejero, pero principalmente un amigo entrañable y leal asà como de mi familia. Tuve el agrado de conocer a la suya en la MasÃa de Moragas en Tarragona.
Llegó a Bolivia en 1952 y se convirtió en un boliviano más. Consideraba a nuestro paÃs como el suyo y era querido y apreciado por todos.
Llegó a vivir a Sucre e iba a trabajar manejando una motoneta y su sotana volaba por los aires como si tuviera alas.
Luego aterrizó en La Paz y la familia de Carlo de Leonardis y Julia Krutzfeldt lo adoptó. Ambos eran caballeros de la Orden de Malta en Bolivia. En aquella casa de Obrajes tuve la oportunidad de compartir momentos felices junto a ellos. Recuerdo que llegaba manejando un jeep de la compañÃa.
Era de personalidad resuelta e Ãntegra, señorÃo natural, exquisita conversación, paladar refinado y bebedor del buen whisky.
Trabajador compulsivo, fue director de radio Fides, de propiedad de la CompañÃa de Jesús y luego fundó, junto a mi amigo y colega Juan Carlos Salazar, la Agencia de Noticias Fides (ANF), la primera en Bolivia.
Escribió a favor de la verdad y fue un ferviente defensor de los derechos del hombre. EscribÃa sobre la actualidad polÃtica y social del paÃs. Aparte de ser director, redactaba un editorial diario titulado ¿Es o no es verdad? y un boletÃn semanal de análisis polÃtico titulado Notas. Llegó a redactar 15.000 columnas, algunas de las cuales fueron publicadas en un libro. Fue autor de varios.
Durante su vida, no le tembló la mano para denunciar la corrupción, el narcotráfico y los abusos del poder polÃtico ni a los crueles golpistas militares que dejaron tan mala huella en Bolivia y el continente.
Aquello lo convirtió en una referencia indiscutible. En el más influyente lÃder de opinión. Incluso los gobiernos de turno y miembros de los partidos lo leÃan y respetaban. Su palabra orientadora, muchas veces fue definitoria para la toma de decisiones.
Sembró tanto que cosechó varias generaciones de periodistas. Enseñó periodismo (el mejor que ha existido en Bolivia) cuando aún no existÃa la carrera.
Nos dio la oportunidad de trabajar y hacer prácticas en la radio y en la agencia.
Trabajador incansable, bordeando los 90 años, decidió modernizar la ANF junto al cofundador Juan Carlos Salazar.
Terminó sus dÃas en Cochabamba en la residencia de los jesuitas La Esperanza junto a sus compañeros sacerdotes.
Su recuerdo y legado serán imperecederos.
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