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Sábado 01 de septiembre de 2018

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Revista Tu Espacio

Así es la Alta Tierra de los Urus

El 10 de Febrero futurista

01 sep 2018

Por: Dehymar Antezana - Periodista de LA PATRIA Exclusivo para Tu espacio

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Es domingo muy temprano, aún hace frío, apenas salen los rayos del sol que empiezan a iluminar la ciudad. Estamos en el Faro del Conchupata, como la urbe permanece en su quietud, en el imaginario escuchamos el sonido de los pututus, llaman a los habitantes de aquel 10 de Febrero de 1781 a reunirse para iniciar uno de los episodios más importantes de la historia de Latinoamérica. Es el anuncio de la revolución, de la tan ansiada libertad.

Una vez reunidos salen caminando hacia el centro, allí está la casa del español Endeiza, hoy ocupada por el edificio de Entel y el monumento al fundador de la Villa San Felipe de Austria, Don Manuel de Castro Castillo y Padilla. Una vez allí, empieza el alzamiento en contra de la Corona española. Minutos antes el héroe orureño Sebastián Pagador emite su proclama que anuncia por primera vez la formación de una Patria libre e independiente.

Es una carnicería total, se escuchan las dagas clavándose en los cuerpos de los realistas, mientras los mestizos y criollos avivan la voz de libertad que se expresa en el unísono de la altipampa. Todo es caos, muerte, dolor, sangre, gritos infernales que salen de la casa de Endeiza, allí son quemados vivos, no solo españoles, sino también esclavos que eran la servidumbre de los invasores.

No pueden hacer nada, se utiliza ají quemado para que salgan de la casa. La resistencia en contra de la libertad es vana.

Donde hoy es la calle Soria Galvarro casi Bolívar, ese día fue convertido en un cementerio improvisado, con cuerpos desmembrados, el horror hecho barbarie. Esa vía era un mar de sangre que sin discriminación ni de raza, ni de credo, ni de origen, se mezcló para morir coagulada.

Los revolucionarios claman libertad, claman justicia por los muchos años de opresión europea. Pasa un día y llegan los indios a ser protagonistas, pero no precisamente para apoyar el movimiento independentista, sino para traicionar lo que se había hecho. Sebastián Pagador que fue el custodio de las arcas reales, dinero que debía ser entregado a Túpac Amaru a su llegada a Oruro, es sorprendido por el asalto desmedido de los campesinos, cual ladrones intentan adueñarse de toda la riqueza guardada.

En su afán de defensa Pagador, corta la oreja de uno de esos criminales. Aquel hecho enardece a los campesinos que sin piedad alguna piden la cabeza del héroe. Más tarde, ante mediación de Jacinto Rodríguez, se establece que vaya a juicio, pero, cuando era trasladado desde las calles La Plata y Ayacucho, donde estaba la Caja Real, hasta la Plaza 10 de Febrero por la calle La Plata, Pagador es asesinado sanguinariamente.

Cuchillos y dagas destrozan su cuerpo, para quedar prácticamente en la nada. Aquel 10 de Febrero tuvo repercusión en Latinoamérica, pero pudo tener más sino era la traición de los indios, quienes se vendieron a los españoles para que nuevamente retomen el control de la villa.

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