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Domingo 26 de agosto de 2018

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Revista Dominical

Economía de bolsillo

Comercio internacional y crecimiento (Parte 1)

26 ago 2018

Por: M. Sc. Joshua Bellott Sáenz

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El comercio internacional suele ser considerado uno de los factores más importantes para el crecimiento de una economía, le permite a un país adquirir bienes o servicios que no es capaz de producir, importar tecnología y conocimientos nuevos, recibir ingresos extraordinarios al aumentar el tamaño del mercado que enfrentan los productores, y por último, es sin duda la principal fuente de divisas para un país.

Es importante mencionar que según las diferentes épocas históricas y escuelas económicas, las posiciones respecto al comercio internacional son opuestas radicalmente: algunos piensan que una mayor apertura genera más pobreza y desigualdad en la sociedad, y por otro lado, los más liberales establecen que lo mejor es abrir la economía al comercio internacional, estableciendo Tratados que permitan la mayor movilidad de bienes y servicios.

Lo ideal en un país es que la propensión a exportar sea mayor a la propensión a importar, ya que esto implica mayor producción, crecimiento del factor trabajo e incremento en el capital, por ende, mayor crecimiento económico. La idea en general es que se eleven las exportaciones y se minimicen las importaciones, manteniendo una balanza comercial siempre favorable.

Bolivia es un país que a lo largo de su historia dependió en gran medida de las exportaciones de materias primas, de acuerdo a distintas épocas. La plata, el estaño y en la actualidad el gas natural son íconos del crecimiento económico y parte de nuestra vida, sin saber en realidad el verdadero beneficio de la comercialización internacional de los mismos. Esta última afirmación encuentra sentido cuando gran parte de la población no tiene acceso a esos beneficios y nuestra sociedad todavía se encuentra sumida en el subdesarrollo.

En los últimos años se ha hablado mucho del "boom" de las exportaciones bolivianas guiadas por la subida de los precios de las materias primas. Si bien, gran parte de las políticas exitosas en el sector primario; especialmente hidrocarburos, se deben a negociaciones y acciones de anteriores gobiernos, en los últimos años nos vimos beneficiados con más de 60 mil millones de dólares adicionales a los que pudiéramos haber recibido sin dicho aumento en los precios.

Lo cierto es que en los últimos 7 años (2010 a 2017) la producción (PIB) se duplicó, el país se convirtió en el cuarto productor de gas natural y el octavo productor de petróleo en América Latina, así como otros logros que parecían señales de que íbamos por buen camino. Sin embargo, en los últimos 4 años el crecimiento del PIB fue disminuyendo paulatinamente, las exportaciones se estancaron o disminuyeron y las importaciones; que habían aumentado aceleradamente sobrepasaron a las exportaciones, y vivimos en este momento un déficit comercial (exportaciones menos importaciones) que aparentemente ya no tendrá freno. A consecuencia de esto se tendrá una pérdida paulatina de divisas (las reservas internacionales netas ya se encuentran por debajo de los 10 millones de dólares), un aumento creciente de la deuda externa, y se presionará a la devaluación del tipo de cambio y la posible formación de mercados negros de divisas.

En el cuadro 1 mostramos el comportamiento de las exportaciones bolivianas en los años 2005, 2010, 2015 y 2017, en millones de dólares y para los cuatro rubros de nuestra economía: Agricultura, caza, pesca y silvicultura; hidrocarburos; minería y manufactura.

Respecto al primer sector vemos que en el año 2005 se exportó 172 millones de dólares subiendo hasta el 2015 a una cifra cercana a los 480 millones de dólares (más del doble), para disminuir al 2017 en casi 100 millones. Es claro que este comportamiento no se constituye en una buena señal para este sector.

Respecto al sector de hidrocarburos, vemos que tuvo un crecimiento acelerado hasta el 2015 (casi se triplicó), para disminuir en más de 1.000 millones de dólares para el 2017. Recordemos que este sector es la principal fuente de ingresos del país.

Los otros dos sectores tuvieron un aumento constante en el tiempo, salvo la minería que tuvo un pequeño bajón entre el 2010 y el 2015.

Como un pequeño apunte, y pese a que el comportamiento de las exportaciones parece muy regular, si lo comparamos con las importaciones a nivel nacional, sabemos que las mismas para el 2017 son superiores a las exportaciones en más de 1200 millones de dólares.

En el cuadro 2 mostramos el comportamiento de las exportaciones de Oruro, sólo en tres sectores en vista de que no se produce hidrocarburos.

Resalta en el cuadro el comportamiento de la manufactura, que está ligada en este caso a la minería (lingotes de estaño y otros). El mismo creció muy rápidamente entre el 2005 y el 2010, llegando a 279 millones de dólares, para bajar a un nivel parecido al 2005 hasta llegar al 2017 (121 millones de dólares). La minería mantuvo un crecimiento sostenido y por otro lado la agricultura (básicamente quinua), mantuvo su crecimiento hasta llegar a los 99 millones de dólares el 2015, para bajar el 2017 a los 67 millones de dólares.

En el caso de Oruro; en un solo año (2015 al 2016), las exportaciones pasaron de 482 millones a 310 millones de dólares; una reducción de 170 millones de dólares, para aumentar el 2017 en 18 millones. Si comparamos estas cifras con las importaciones, las mismas el 2015 alcanzaron a 912 millones de dólares, el 2016 a 1050 y el 2017 llegaron a 1466. Lo cual significa que el 2015 las importaciones eran tres veces superiores a las exportaciones y el 2017 fueron cuatro veces más.

Estas señales sin duda deberían llamarnos a la reflexión. ¿En estos años a nivel nacional hemos potenciado la industria o simplemente vivimos un momento en el que aprovechamos las rentas del gas y de los recursos naturales sin invertir en la sostenibilidad de la industria?

En mi opinión; y eso será lo que iremos dilucidando en las próximas publicaciones, es muy probable que hayamos vivido unos años de crecimiento económico, sin que esto signifique desarrollo. Es claro que, si el crecimiento económico no modifica las estructuras económicas de la sociedad, es decir, no hace sostenible este impacto en el tiempo, pues simplemente habremos desperdiciado la época de vacas gordas y las ingentes cantidades de recursos que ingresaron al país. ¿hay más industrias?, ¿hay más empleo? y ¿estamos produciendo más?

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