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Domingo 26 de agosto de 2018

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Cultural El Duende

La concepción de historia explicada en el contexto boliviano Bolivia, León E. Bieber y los alemanes

26 ago 2018

Erika J. Rivera. La Paz. Escritora

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Segunda y última parte

León E. Bieber, basado en fuentes primarias y secundarias, nos muestra que la producción minera condicionó el desarrollo económico, social y político de Bolivia y asimismo las relaciones con las grandes potencias mundiales: Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania, sobre todo en la temática del desarrollo de la extracción del estaño. Un dato estadístico de 1925 nos muestra la posición hegemónica de los Estados Unidos en inversiones en el sector extractivo: ascendían a 70 millones de dólares superando inclusive a Gran Bretaña que sólo sumaba 30 millones. También marcaron presencia en la exploración y explotación del petróleo. Pero entre 1937 y 1942 las relaciones boliviano-estadounidenses se enturbiarían a raíz de la estatización de las propiedades de la Standard Oil Co. de New Jersey. Capitales norteamericanos fueron invertidos en la construcción de tramos ferroviarios durante la segunda mitad de la década del 20 del siglo XX; trayecto que uniría Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra; Sucre y Potosí. En la década del 30 los Estados Unidos ocuparon un lugar muy rezagado en el consumo de productos bolivianos y fue a partir de 1915 que se produjo la expansión de exportaciones de los Estados Unidos a Bolivia mediante el establecimiento de la W. R. Grace & Co.

Esta posición antes de la Segunda Guerra Mundial será cuestionada, sin embargo, por el empuje de las exportaciones alemanas. La supremacía comercial de Alemania se debió a que después de Gran Bretaña, fue el consumidor más importante de productos bolivianos y el proveedor más fuerte de mercaderías, todo ello producto de inmigrantes alemanes que llegaron por la costa meridional peruana, se dirigieron al Altiplano boliviano e instalaron empresas comerciales en el occidente en torno a la producción minera y en el oriente alrededor de la explotación de la goma natural. Entre 1880 y 1914 se crearon 69 establecimientos germanos en la parte occidental y central del país y 46 en diversos lugares del oriente. Según Antonio Mitre el éxito en el campo del comercio se debe a que detectaron el gusto y preferencias de los consumidores y la adaptación a las costumbres del país y el aprendizaje de la lengua y a la discreción en materia política y también al crédito otorgado por el Banco Alemán Transatlántico. La parte fundamental del comercio en Bolivia se encontraba en manos de alemanes. El bloqueo marítimo y las listas negras anglo-americanas como consecuencia de la Primera Guerra Mundial perjudicaron las relaciones comerciales bilaterales entre Alemania y Bolivia. Lo mismo sucederá en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Otro acontecimiento importante fue la creación del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) en 1925, iniciándose la aviación comercial civil, acontecimiento ligado al regalo de un avión Junkers F13 por parte de la colonia alemana al gobierno boliviano con motivo del centenario de la fundación de la República en 1925. Los alemanes que residieron en Bolivia en la cuarta década del siglo XX organizaron comunidades en La Paz, Cochabamba y Oruro que cultivaban la propia idiosincrasia; sus sedes eran centros de una activa vida social y cultural. Fundaron en 1923 colegios alemanes en los tres centros urbanos y en 1935 se inauguró en Santa Cruz de la Sierra otro establecimiento educativo.

Por todo lo expuesto, a partir de 1913, Gran Bretaña tuvo que ceder a los Estados Unidos y parcialmente a Alemania el lugar que en el siglo XIX ocupó como primera proveedora de mercancías a Bolivia. Sin embargo, fue distinta la situación de Gran Bretaña como receptora de las exportaciones de Bolivia. El control inglés del mercado de estaño se debía tanto a los depósitos que su capital controlaba en el Asia como al monopolio que Gran Bretaña tenía sobre las fundiciones. Este monopolio era producto de tres factores: (1) el impuesto de exportación preferencial sobre minerales de estaño embarcados en los Estados Malayos; (2) los altos costos de fundición en los Estados Unidos así como la falta de condiciones para fundir el mineral estañífero en Bolivia debido a la carencia de combustible adecuado como el carbón; y (3) la enorme distancia de potenciales fuentes hidroeléctricas y los elevados costos de transporte. En 1916, Simón Patiño había adquirido acciones de la mayor planta de fundición en Europa y para fines de la década del 20 llegó a controlar una tercera parte de ellas. Por lo expuesto Gran Bretaña también determinaba la política internacional del estaño mediante el Consejo Internacional del Estaño (ITC). En marzo de 1931 puso en vigencia un primer esquema para regular la producción y venta y para contrarrestar la caída de su precio a consecuencia de la crisis económica mundial. Entre 1934 y 1941 este esquema fue modificado por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, quedando la producción y el comercio mundial del estaño reglamentado por las decisiones del ITC.

Entretanto Alemania pasó a dominar la esfera mercantil y la de aeronavegación comercial, obteniendo además fuerte influencia en el seno del ejército. Los Estados Unidos consiguieron arraigarse decisivamente en el campo financiero y en el de extracción de materias primas. Desde la segunda mitad de los años 30 del siglo XX, los Estados Unidos vieron con aprensión las tendencias nacionalistas de los gobiernos militares bolivianos, que no sólo llevaron a la estatización de la Standard Oil norteamericana, sino que programáticamente mostraban afinidades con los sistemas totalitarios fascistas. La constelación internacional y la concomitante ofensiva de los Estados Unidos en el marco de la Unión Panamericana para contrarrestar el influjo del Tercer Reich al sur del Río Grande, prefiguraron el enfrentamiento a nivel boliviano entre ambas potencias. Su primera fase se dio entre 1936 y 1939. Asimismo Alemania no pudo oponer ninguna resistencia relevante al empuje con el cual los Estados Unidos estructuraron primero su política de buena vecindad y, seguidamente, la de defensa continental, sobre todo entre 1933 y 1942. Dos días después del ataque japonés a Pearl Harbor y dos antes que Alemania e Italia declararan la guerra a los Estados Unidos, es decir, el 9 de diciembre de 1941, se remitieron a la declaración aprobada 18 meses antes en la Habana convocando a un nuevo encuentro con los cancilleres americanos del 15 al 28 de enero de 1942 en Río de Janeiro, suscribiéndose 41 resoluciones relativas a la cooperación económica y defensa continental. En la reunión del 24 de enero todos los países del hemisferio tomaron la decisión de romper sus relaciones comerciales y financieras con Alemania, Italia y Japón.

León E. Bieber señala también que con la finalidad de reforzar este acuerdo se resolvió proceder al control o a la liquidación de empresas vinculadas a intereses de estos países y consideradas, por tanto, peligrosas a la seguridad del continente. Bolivia rompió relaciones el 28 de enero de 1942 con las potencias del eje en adhesión a la Declaración de La Habana de julio de 1940 y procedió a la expulsión del cuerpo diplomático alemán, del Director del Colegio Alemán de la ciudad de La Paz y cuatro súbditos germanos. A fines de junio de 1942 aproximadamente el 65% de los alemanes que vivían en Bolivia había abandonado el país. El 35 % restante no sufrió ningún tipo de molestias.

Finalmente el autor nos muestra el aspecto medular de su investigación: la vinculación de los acontecimientos bolivianos con los intereses de las grandes potencias y cómo esta vinculación ha sido percibida por las diferentes escuelas historiográficas. Las corrientes revisionista y relativista de las ciencias históricas alemanas sostienen que el régimen nazi no tuvo nunca planes para imponer su dominio en América. Sus únicas metas eran la intensificación del comercio y el contar con un aceptable suministro de materias primas de parte de América Latina. La llamada posición tradicionalista afirma, por su parte, que Alemania sí poseía intenciones geopolíticas, además de las comerciales, y que por ello apoyaba muy activamente a regímenes y partidos nacionalista como los que surgieron en argentina y Bolivia en 1943. En nuestro país, nos dice Bieber, los representantes más conocidos de la tendencia tradicionalista fueron Alberto Ostria Gutiérrez y Tristán Marof. Esta corriente habría logrado impregnar la historiografía mayoritaria hasta hoy, lo que correspondería, según Bieber, también a la "presencia asimétrica" favorable a los Estados Unidos y sus aliados en detrimento de Alemania, y esta situación preponderante de los intereses de las potencias occidentales habría marcado el desarrollo de Bolivia a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Bieber a través de esta lectura nos aclara y nos estimula a profundizar e investigar. Si bien mis preguntas planteadas al inicio de este trabajo no fueron respondidas debido a la complejidad del tema y la extensión que se debe respetar para no aburrir al lector, considero que vale la pena estudiar los trabajos de los historiadores porque ello nos permite tomar conciencia de que la historia es comprender los problemas no resueltos en el país.

Fin

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