Hace algunos años, el municipio alteño intentó ingresar con la ley a esa larga calle de faroles rojos por motivos humanos, de salubridad y de seguridad ciudadana. Sin embargo, al igual que el PolÃgono 7, es otro territorio donde dominan los poderes fácticos. Entonces se informó, sin llegar a resultados conclusivos, que más de un concejal y supuestos lÃderes sociales- inclusive renombrados en las jornadas de octubre de 2003- eran protectores del negocio carnal.
Estos dÃas, la prensa local publicó notas especiales sobre la explotación sexual en El Alto, donde los infantes son parte de la degradación. Voluntarios que intentan ayudar a las vÃctimas contaron cómo se abren lugares de prostitución infantil y los vecinos se acostumbran a convivir con ellos. Salvo extremos como asesinatos, nadie denuncia ni se compadece.
Hace algunos años, conocimos en comunidades potosinas, desde UncÃa hasta Villazón, el rumor del robo de chiquitas que son llevadas a lenocinios de la frontera o de las grandes ciudades bolivianas.
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