Miercoles 30 de junio de 2010

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Editorial y opiniones
Recuerdos del presente
Un banquete un sepelio
30 jun 2010
Por: Humberto Vacaflor Ganam
Algo está fallando para que el festín de poder que se está dando el gobierno sea completo.
Lo que confunde es que en estos días están coincidiendo dos realidades diferentes o directamente contrapuestas. Por un lado, el gobierno lanzado a una orgía de atropellos, respaldado por su control de las instituciones de la democracia, y por otro lado sus bases políticas decepcionadas y en actitudes críticas.
Concentrado en el placer de perseguir opositores y críticos con armas democráticas sólo en apariencia, el gobierno no parece percatarse de que su popularidad se derrumba.
Da la impresión de que gran parte de las bases políticas del gobierno no encuentren placer en observar cómo avanza la inquisición armada en torno de un oscuro caso de terrorismo en Santa Cruz, ni en contemplar cómo se destituye a alcaldes opositores y se amenaza a gobernadores.
Las encuestas urbanas muestran un derrumbe brusco de la popularidad del presidente, en tanto que las organizaciones indígenas se sienten traicionadas.
Que el Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyo (Conamaq) amenace con un cerco a la ciudad de La Paz y la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (Cidob) esté marchando, también a La Paz, para protestar contra el gobierno, es algo que tendría que preocupar a un presidente que dice representar a los pueblos originarios. Un cerco semejante a la ciudad de La Paz se dio en 1781, antes de la independencia, y una marcha semejante se dio en 1990, antes del “proceso de cambio”.