Por: Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA
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"Un hijo mató a puñaladas y golpes a su padre de la tercera edad", el hijo, un hombre de 28 años arremetió contra su padre de 73 años, el anciano tenÃa heridas cortantes en el pecho y golpes en el rostro y la cabeza, esto ocurrió de manera reciente en la ciudad de Oruro.
Mientras en las redes sociales va rodando un video de un hombre que golpea a su anciana madre y aunque ella intenta defenderse no lo consigue porque no tiene la fuerza suficiente para hacerlo.
Ante semejantes noticias e imágenes uno no puede más que sentir horror. ¿Cómo es posible que alguien llegue a ese extremo de violencia contra el ser que le dio la vida, contra un ser al que se supone que aman?
A los padres les debemos la vida, les debemos lo que somos y a veces no somos agradecidos con todo el amor que nos dan, por eso es que cuando llegan a ancianos perdemos la paciencia con ellos, nos estorban, nos molestan sus consejos y sus achaques, no queremos cuidarlos, nos parecen una pesada carga. Pero debemos pensar en que ellos hicieron por nosotros lo mismo y sin quejarse.
Es cierto que existen padres a quienes se les va la mano al corregir, por eso, la sabia Biblia aconseja no ser demasiado severos o duros con los hijos, es mejor corregir que castigar señala, pues si enseñamos con violencia obtendremos como resultado hijos violentos. Pero tampoco se debe ser demasiado blandos o flojos para dejar pasar las actitudes negativas o dañinas de nuestros hijos, además que hay que corregirlos desde pequeños porque cuando son grandes llegan a portarse de la manera que vimos al principio de este artÃculo.
Muchos expertos en el comportamiento humano, en inteligencia emocional y demás saberes relacionados a las personas, aconsejan centrarse primero en uno mismo, dicen que se debe hacer eso, aunque parezca egoÃsta, y estamos frente a una realidad en que la gente es muy individualista y no le importan los sentimientos de los demás.
Sin embargo, somos seres sociales, vivimos en comunidad, por lo tanto, no podemos ignorar a los otros ni sus sentimientos, por eso debemos ser cuidadosos con lo que decimos o hacemos. Si vamos a corregir a los hijos hagámoslo con firmeza, pero con amor, no con violencia y el resultado será el mejor.
Se dice que cada quien da lo que tiene en su interior y todo lo que llegue a dar lo recibirá de retorno y multiplicado, por lo tanto, hacer bien a otros es hacernos bien a nosotros mismos. Enseñemos con el ejemplo a nuestros hijos a honrar, amar y respetar a sus abuelos porque un dÃa nosotros seremos tales.
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