Durante esta última temporada en las diferentes reparticiones del Estado se ha visto un crecimiento y desarrollo de las mujeres en diferentes funciones y ocupando puestos en Direcciones de diferentes entidades públicas y privadas situación que hacen ver la igualdad y equidad de género, lo que refleja la capacidad que tienen al igual que los varones, aunque a simple vista parecerÃa que existirÃa mayor número de mujeres ocupando lugares de responsabilidad y el incremento de varones desocupados deambulando por la calles.
Uno de los mayores desafÃos que enfrenta este siglo XXI apunta a la construcción de sociedades fuertemente asentadas sobre principios de derechos humanos que aseguren el pleno bienestar de la población, la gobernabilidad democrática y un desarrollo sustentable. Las transformaciones iniciadas durante el pasado siglo requieren alcanzar mayor profundidad y extenderse a todos los ámbitos de la sociedad, en el plano de la cultura, de la vida cotidiana, de las relaciones sociales y de la distribución del poder. La equidad de género ha surgido como una noción que articula derechos individuales y justicia social, que es al mismo tiempo cultural y socio-polÃtica, que fija una dirección al quehacer de diferentes actores sociales e institucionales en el marco de los mayores consensos alcanzados en materia de derechos humanos en un mundo globalizado. Las aspiraciones de las mujeres para ocupar posiciones de poder es un reconocimiento de la sociedad a la determinación de apoyar todos los esfuerzos encaminados al respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales asà como el respeto de la igualdad de derechos de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión, y se comprometen a promover la igualdad entre los sexos y la autonomÃa de la mujer como medios eficaces de combatir la pobreza, el hambre y las enfermedades como el de estimular un desarrollo verdaderamente sostenible. La declaración de derechos de la mujer se entiende en la medida en que hoy en dÃa es ampliamente reconocido que en todas las sociedades y contextos socioculturales existe un orden de género, con jerarquÃas que subordinan a las mujeres, establecen el privilegio de lo masculino y su mayor valoración, y por ende subvaloran lo femenino. Este orden configura un entramado de relaciones de poder y control sobre lo femenino y las mujeres. Opera en la realidad configurando modelos de interacción y significación apoyados por valoraciones inequitativas de lo femenino y lo masculino y sitúa a las mujeres en una posición de desventaja y condiciones de vida no equitativas.
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Una conceptualización moderna del género, las relaciones de género y de las metas de equidad e igualdad de género, no pueden abordarse sin situarse en el contexto de lo que son los derechos humanos, es decir, los derechos de mujeres y hombres. Es a partir de estas nociones que se fundamenta y justifica, tanto la conceptualización, como las propuestas de intervención hacia una mayor igualdad en las relaciones de género. Esto, además, se sitúa en un marco más amplio de búsqueda de equidad, reconocimiento y justicia social, de las cuales la equidad de género forma parte y además contribuye a lograr este objetivo. En las últimas décadas se han hecho esfuerzos a nivel internacional por generar propuestas y herramientas, tanto conceptuales como metodológicas, que contribuyan a modificar el orden de género y la discriminación a las mujeres. Se ha avanzado desde un debate en torno al lugar de las Mujeres en el Desarrollo, hacia una comprensión del Género en el progreso y la importancia del empoderamiento de las mujeres, en la que el género es una cuestión central a la problemática del desarrollo, no una variable más a trabajar, y que está en la base de plena vigencia de los derechos humanos. Con ello se reconoce a las mujeres como participantes activas y con derechos, no sólo como receptoras pasivas de las iniciativas de desarrollo. Estos cambios dan cuenta también, del cuestionamiento de la eficacia de la planificación central, del rol del estado, y del desplazamiento del financiamiento de los gobiernos y agencias donantes que pasan a constituirse en actores importantes del desarrollo. A su vez, comienzan a valorarse aspectos, tales como, los derechos humanos, la gobernabilidad y la participación.
La valoración de las mujeres en el contexto general no ha ocurrido al margen de los actores sociales y de la sociedad civil en los distintos paÃses, y crecientemente se han articulado actores estatales y no estatales con un enfoque de desarrollo basado en los derechos humanos. Ello se ha traducido también en un cambio en la tendencia global en las polÃticas y programas de desarrollo, que enfatizaban las necesidades de las mujeres, especialmente las pobres, hacia un enfoque que hace hincapié en un adelanto para todos desde la perspectiva de los derechos humanos. Ahora bien, la construcción teórica alrededor del concepto de género es un proceso no concluido, un campo en construcción. Los conceptos que se utilizan son herramientas teóricas elaboradas con fines metodológicos, pero que no pueden cristalizarse en cuanto a su contenido. Son conceptos a ser llenados de contenidos a partir de los diversos contextos en que se aplican. Asà por ejemplo, el concepto de división genérica del trabajo, da cuenta de un aspecto de la realidad que existe en distintas sociedades, no obstante, el contenido especÃfico de ella en una determinada realidad es algo a investigar, la que no puede darse por hecho, ya que la diversidad de contenidos es enorme. Lo mismo sucede con conceptos como las identidades de género femeninas y masculinos, la subordinación, los tipos de familias, las relaciones de poder, las reglas y normas de distribución y asignación de recursos, etc. que no constituyen entidades esenciales e inmutables, sino elementos de la realidad social en constante proceso de cambio, generalmente no lineal.
Hacia el desafÃo de promover la equidad de género, se hace visible la implementación de una polÃtica de género donde las intervenciones sean culturalmente sensibles. Es decir, considerar que las culturas son los contextos en las que se promueven y llevan a cabo las acciones de desarrollo, y por lo tanto, es necesaria, la comprensión de esos contextos culturales para implementar las acciones de desarrollo, y en definitiva crear vÃnculos entre los valores universales promovidos por la Declaración de los derechos humanos y las representaciones y simbolizaciones locales, para reconstruirlas como para reconducirlas, dándoles un sentido para la ubicación de las mujeres en las diferentes posiciones y promover espacios de discusión para las actitudes femeninas como una reflexión, y reinterpretación de prácticas culturales que se consideran afines a los derechos Humanos y afirmar positivamente el principio de igualdad para lograr, asegurar y garantizar el ejercicio y el goce de los derechos en igualdad de condiciones con el varón.
(*) Ingeniero