Loading...
Invitado


Domingo 12 de agosto de 2018

Portada Principal
Cultural El Duende

Isak Dinesen: "Aquel que ríe"

12 ago 2018

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1954, el americano Ernest Hemingway volvió pública una cláusula a la elección de la Academia Sueca. ?l declaró haber una escritora que merecía tanto o más de lo que él sería agraciado -la danesa Isak Dinesen, pseudónimo de la baronesa Karen Blixen. Aunque el homenaje de Hemingway pueda ser creído por modestia, sus palabras no eran extravagantes.

Isak Dinesen, muerta en 1962, jamás ganó un Nobel, pero su literatura merece un lugar entre las más intrigantes y apasionadas de su época. Dueña de una vida extremadamente conturbada, Karen Blixen supo transformar en literatura todo lo que pasó en 77 años. De su obra forman parte cuentos y poemas que tenían como personajes a su propia familia y a personas comunes de villas danesas -como en La Fiesta de Babette, que, llevado a las pantallas por el director Gabriel Axil, ganó el Oscar de mejor filme extranjero en 1988- y novelas autobiográficas como La Hacienda Africana. Este fue el libro que el cineasta Sydney Pollak usó para crear su Entre dos Amores (Out of Africa), con Meryl Streep y Robert Redford, y que conquistó siete Oscar en 1985.

Un segundo libro que sirvió de materia prima para el filme de Pollack: La vida de Isak Dinesen, de la periodista americana Judith Thurman, la biografía de la baronesa Karen Blixen. Tanto en La fiesta de Babette como en Entre dos amores, el público podrá trabar contacto con la belleza de la obra de Isak Dinesen. Pollack y Axel supieron mantener en sus trabajos lo que de mejor la escritora danesa tiene para mostrar: la narrativa fluida, detallista, al mismo tiempo dramática y aventurera, y algunas veces de fina ironía. La fiesta de Babette refleja fielmente la realidad de las villas danesas, donde Karen Blixen pasó parte de su infancia. El universo de Babette, envuelta por el puritanismo y por la severa religiosidad de dos hermanas para quien trabaja, es el mismo donde la niña Karen creció, cercada por la tutela matriarcal y rígida de su familia. Es en ese ambiente que comienza a formarse la génesis de Isak Dinesen y que Judith Thurman -al cabo de innúmeras entrevistas y una detallada investigación- traza con precisión en su libro.

PASI?N

El África para Karen Blixen representó mucho más que una aventura, fue una sucesión de pasiones y dramas, de episodios que la marcaron hasta el fin de la vida. Cuando desembarcó en Kenia, en 1913, para casarse con el primo y barón Bror Blixen -de quien quedara novia un año antes-, ella llevaba toneladas de muebles y cristales y una apariencia a mantener. Su casamiento más un contrato que la realización de un amor. Rica, gracias a la herencia dejada por el padre, Wilhelm Dinesen, Karen quería a cualquier costo un título de nobleza. Y el barón Bror Blixen precisaba de dinero para sus inversiones africanas en el cultivo de café. La unión fue comercialmente perfecta. Pero, al llegar a Kenia, Karen Blixen se vio en la compañía de un hombre en quien no confiaba y con quien no podía contar, pero con quien debía convivir. Bror Blixen se mostró un fanfarrón, adepto de las escapaditas nocturnas y encuentros con nativas. Estas pericias del marido, acabaron por dar a Blixen su primera secuela de vida en el África: la sífilis, contraída por el propio marido pocos meses después del casamiento, que la atormentaría hasta el fin de la vida.

Conviviendo con la enfermedad, la baronesa hizo varios viajes a Dinamarca para tratamiento, pero no dejó de amar al África, principalmente su pueblo, a quien se dedicaba dando clases a los nativos. En 1918, vislumbró una luz para su desgracia sentimental al conocer al aristocrático y aventurero inglés Denys Finch Hatton. De origen noble, héroe de la I Guerra Mundial y atleta consagrado en la Universidad de Oxford. Hatton era delante de sus ojos el compañero ideal. Su educación y la forma cariñosa con que la trataba, difería completamente del comportamiento de Bror Blixen. El romance entre los dos, que comenzó de forma atribulada -el matrimonio sólo se separó mucho después-, duró trece años. Durante ese periodo, Karen vivió su cuento de hadas particular, con Fich Hatton en el papel de príncipe encantado. Ni la amistad que, irónicamente, acabó uniendo de Bror Blixen y Fich Hatton, estremeció la relación de los dos. Pero el romance acabó reservando para la futura escritora su segunda tragedia en el África. En 1931, Denys Finch Hatton murió en un desastre aéreo. El mismo año, la hacienda de café estaba al borde la quiebra. El retorno a Dinamarca se mostraba como la salida natural para la situación.

AQUEL QUE RÍE

En diecisiete años en el África, las muchas alegrías y desgracias coleccionadas por Blixen trajeron a tono su vena literaria, como una especie de necesidad de exorcizar a los fantasmas que cargaba desde la infancia. A los 46 años, quebrada financieramente y enferma, Blixen comenzó a contar historias para disminuir el trauma de su retorno a Dinamarca. El pseudónimo que escogió para la carrera literaria no podría ser más irónico: "Isak" que, en hebraico, significa "aquel que ríe". A aquella altura no había motivos para risas. Pero fue con este nombre -asociado al sobrenombre paterno- que la carrera de la ex baronesa Blixen descolló. En casi tres décadas de vida literaria, Isak Dinesen escribió más de una decena de libros y se popularizó con obras como Siete cuentos fantásticos de 1934, y Anecdot of Destiny, de 1958, libro de cuentos de que hizo parte La fiesta de Babette.

PASEO DETALLISTA

La capacidad de contar historias de Isak Dinesen -que le valió en la época la clasificación de "Sherezade moderna", trayendo la realidad para sus libros sin complejos estilísticos- acabó influenciando la propia biografía de Judith Thurman. Los estilos de ambas se tangencian en varios puntos. Como Isak, Judith optó por un estilo despojado. No hay exageraciones ni ridiculeces al relatar los dramas de su biografiada. En un texto contenido, la autora da raras chances al humor o al drama exacerbado. Hay momentos más o menos descontraídos, pero su preocupación principal es localizar al lector de la mejor forma posible cuanto a Isak Dinesen, siempre con sobriedad. Cada momento de la vida de la escritora es disecado minuciosamente por Judith que recorre las varias fuentes, desde cartas antiguas hasta declaraciones de amigos y parientes.

En algunos momentos, la lectura de La vida de Isak Dinesen puede volverse arrastrada por el exceso de detalles -a la semejanza de lo que ocurre en Entre dos amores.

Como el filme, se exige del lector cierta lentitud para admirar la obra. Lo que parece fastidioso es, en verdad, una zambullida profunda en la vida de la biografiada, que sólo fue posible también gracias a la persistencia de la autora. Judith Thurman hizo de esta biografía un desafío personal, en el cual no midió esfuerzos. Aprendió el idioma danés para poder leer los libros de Isak Dinesen en el original e hizo varios viajes al África. El resultado de ese esfuerzo no podría ser mejor. El paseo detallista emprendido por Judith Thurman vuelve a su libro en una obra densa, pero de lectura emocionante.

De: Revista Correo 232-1989.

Para tus amigos: