Martes 29 de junio de 2010
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La historia de estos dos pilares de la Iglesia nos muestra cuán infinito es el amor de Dios. Tan grande que el hombre se confunde. Por eso que muchos tardaron en aceptar a Pablo y el mismo Pedro se sumió muchas en dudas:
-Esta es la confesión de Pablo: “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
-Y Pedro, liberado de la cárcel por un ángel, tardó en comprender el prodigio divino: “Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.
Pero fue la entrega espontánea de estos servidores, lo que justificó su llamado. Pedro, incluso sorprendió a Jesús cuando lo identificó como el Hijo de Dios, el Mesías:
Fuente: LA PATRIA