Las madres que pierden a tiros a los hijos de Brasil
06 ago 2018
Fuente: Sao Paulo, 5 (EFE)
Por: Carlos Meneses Sánchez
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"Mamá, me dieron un tiro", asà recuerda Bruna da Silva una de las últimas frases que le dijo Marcos VinÃcius, de 14 años, antes de morir. Como ella, miles de madres entierran a sus hijos todos los años en Brasil por causa de una violencia tan crónica como devastadora para la juventud.
"Giraron por la calle donde vivimos y se toparon con un blindado en medio de la calle. No habÃa traficante, no habÃa tiroteo, quien disparó fue la PolicÃa", asegura a Efe su madre, Bruna da Silva, quien viste una camiseta en la que está estampada una fotografÃa de su pequeño y la frase: "Te amo hijo".
Marcos fue socorrido de urgencia en un ambulatorio cercano, aún consciente.
"Mamá, me dieron un tiro, ¿el blindado no me vio con la ropa de la escuela?, narra Bruna al recordar lo que le dijo su hijo en la clÃnica.
Tras muchas llamadas fue dada una orden para poder auxiliar al joven, pero ya era tarde. Hasta hoy no hay ni detenidos, ni sospechosos, solo otro caso sin resolver.
Brasil alcanzó en 2016 la marca histórica de 62.517 homicidios, de los cuales, más de la mitad (33.590) fueron jóvenes de entre 15 y 29 años, según el informe Atlas de la Violencia 2018, elaborado por Ipea, instituto vinculado al Gobierno, y el Fórum Brasileño de Seguridad Pública.
"Toda (la violencia) es contra el joven pobre, negro y de la periferia, no precisa de nada más: es pobre, es negro y de la periferia, y listo, ya está sentenciado a muerte", afirma a Efe Miriam Duarte, de 55 años y una de las impulsoras de la asociación Amparar.
Miriam vive en Sapopemba, en la humilde zona este de la capital paulista, y ha perdido a dos de sus tres hijos cuando apenas tenÃan 17 años. Los tres se vieron envueltos en el mundo del crimen y tuvieron pasajes por centros penitenciarios para menores.
"No debÃan nada, no bebÃan, no tenÃan vicio y los mataron a pesar de todo (...) Hasta hoy nos encontramos sin respuestas. Quedó impune", comenta a Efe Erildice.
Brasil empieza acostumbrarse con una violencia que está acabando, cada dÃa, con miles de jóvenes. Las madres difuntas elevan su voz para intentar detener esta sangrÃa.
Miriam sacó fuerzas para formarse y convertirse en una educadora social para familias castigadas por esta lacra. Bruna aún guarda la camiseta del uniforme de Marcos ("Es lo que me da fuerza") y promete decir "al mundo entero" que "fue la PolicÃa de RÃo" quien asesinó a su hijo.
"Nuestros muertos tienen voz y nuestros hijos tienen madres", afirma.
Fuente: Sao Paulo, 5 (EFE)
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