Miercoles 01 de agosto de 2018
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En medio de la estridente algazara política, en cuyo ámbito se mueven ciertas gentes como pez en el agua, pero que también pueden morir por la boca, igual que aquellos, nos animamos a hablar de algo que muy poco o nada interesa al "respetable público". Con que esté abierta la escuela y los tenga ocupados a los hijos de la casa, es más que suficiente lo que puede hacer la vetusta institución.
Sucede que en estos días expresó en Sucre don Mariano Baptista Gumucio una opinión sugestiva sobre el sistema vigente. Por coincidencia, la dicha opinión, fue reforzada - a manera de estímulo - por el anuncio de que en Cochabamba se realizaría un evento pedagógico internacional. En los años que corren es raro que alguien diga algo sobre el tema. Discreta y silenciosa se desliza la "Avelino Siñani" como si no hiciera nada. Los maestros están callaros nomás; es posible que tengan ahora un mejor salario.
Como decíamos, allá en Sucre el señor Baptista dijo: "Yo creo que la escuela, como yo la conocí: disciplinaria, autoritaria y memorística, no ha cambiado; es una especie de ghetto y es muy largo, donde encerramos a los chicos porque no sabemos qué hacer con ellos". Don Mariano es sin duda el más severo crítico de la escuela tradicional; ha sido varias veces ministro de Educación; ha merecido importantes distinciones por su labor, y es autor de libros que desde el título anuncian su polémico contenido: "La educación como forma de suicidio nacional" (1973) y "Salvemos a Bolivia de la escuela" (1977).