"El Salado", una crónica gráfica sobre la resiliencia colombiana
30 jul 2018
Fuente: Bogotá, 29 (EFE)
Por: Gonzalo Domínguez Loeda
A mitad de camino entre el realismo mágico y la estética de la cultura caribeña Zenú, la novela gráfica "El Salado" retrata la fortaleza de ese pequeño pueblo colombiano que se sobrepuso a una masacre paramilitar y renació de sus cenizas con la ayuda de una empresa española.
Apenas mencionar ese nombre, El Salado, toma vida en el imaginario colectivo de todo colombiano una de las páginas más oscuras en la historia del país.
Fue entre el 16 y el 19 de febrero del 2000. Centenares de hombres de riguroso verde oliva y bajo las órdenes de uno de los más sanguinarios líderes paramilitares, Rodrigo Tovar Pupo, alias "Jorge 40" para sus subordinados, asesinaron a al menos 60 personas.
Casi 7.000 vecinos se vieron obligados a abandonar sus casas e iniciar un periplo vital lejos del pueblo que las había visto nacer.
Fue en la misma zona caribeña de la finca Macondo que llenó la imaginación de Gabriel García Márquez, entre montañas desde las que casi se huele el mar.
Todo ello inspiró a Miguel y a José Luis Jiménez, autores de "El Salado", que con el apoyo de la compañía española Ferrovial se dejaron llevar por el realismo mágico y la estética Zenú para alejarse del drama del conflicto colombiano y plasmar así el renacimiento de El Salado, que forma parte del municipio de El Carmen de Bolívar.
Los autores explican que "los saladeros vivían en un paraíso terrenal, rodeados por la bendición de la naturaleza", hasta un día en que "fueron desplazados por la llegada de un violento y temeroso invasor".
Ese invasor toma la forma horripilante del Zaperoco, que parece salido de las peores pesadillas de un niño y que adopta el nombre de una palabra típica del Caribe colombiano, la que allí usan para referirse a un gran problema.
Conscientes, como García Márquez, de que superar con su imaginación la realidad que les planteaba Colombia, decidieron aliarse con ella y sumarle el toque de magia necesaria para ficcionar la historia de un pueblo a cuyas afueras no sorprendería encontrar el esqueleto de un galeón español como el hallado por José Arcadio Buendía en "Cien años de soledad".
"Nuestro mundo es fiel a la realidad, pero existe un plano dimensional y de energía cósmica", aseguran los hermanos Jiménez.
Tras la tragedia, los saladeros optaron por superar el miedo al Zaperoco y volver. No en vano, El Salado es una tierra fértil para la agricultura y la imaginación, con grandes reservas de acuíferos, pero por la pobreza y el abandono estatal su gente nunca tuvo servicios públicos de calidad.
Fuente: Bogotá, 29 (EFE)
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