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Domingo 29 de julio de 2018

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Cultural El Duende

Rosendo Villalobos

29 jul 2018

Rosendo Villalobos. La Paz, 1859 - 1940. Abogado, poeta, ensayista y político. Fundador y Primer Director de la Academia Boliviana de la Lengua. Miembro de la Academia de la Historia. Obras. Poesía: De mi cartera (1886), Aves de paso (1889), Memorias del corazón (1890), Ocios crueles (1897) y Hacia el olvido (1907). Ensayo: Letras bolivianas y Los poetas y sus obras.

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Labor omnia vincit

¿Para qué pueblos

sin vigor ni aliento

que viven en el ocio

y en la molicie?

No hay agua que

estancada no se vicie

ni inercia que

no ceda al movimiento.

Trabajar nos ordena

el pensamiento;

que Bolivia,

en su vasta superficie,

con el arado

y con el yunque inicie

la obra inmortal

del patrio surgimiento.

Tiene hoy la acción un

templo sin murallas,

y aunque vence mil

veces el protervo,

quien se renueve

romperá las vallas

que a su paso le

oponga el universo.

No hay más

que un Dios.

El Dios de las batallas

y no hay más fe

que la del propio esfuerzo.

Visiones

La estatua que tomaste por testigo,

del jardín en la lóbrega espesura,

escuchaba tus férvidas promesas

y tus frases de amor y de ternura.

De súbito brillo, dardo de plata

que se clava en las alas de la noche,

un rayo de la luna. Vi a su lumbre

de las flores abrirse el casto broche.

Mas� mensajero de ambición espuria,

llegó importuno un dios: besó tu frente,

en sus alados pies vi polvo de oroÂ?

se lo dieron los sueños de tu mente.

Y ante el dios mercader la fría estatua,

por santa indignación estremecida,

sintió en su rostro arder olas de sangre�

La luna se ocultó sobrecogida.

Sol poniente

Las sonantes acacias,

ornato del granito,

doran la áspera cumbre

que el poniente difuma.

A lo lejos aún brilla

con babeante espuma

el mar sin fin, que en lo alto

la tierra ha circunscrito.

Bajo mis pies,

la noche y el silencioÂ?

Ni un grito

turba el nido o la choza

que en su vapor se esfuma.

Sólo el nocturno ángelus,

desmayado en la brumal,

Se mezcla del océano al rumor infinito.

Entonces, cual de un antro,

de en medio a las majadas

sube a lo alto de eriazos y quebradas

la voz de los pastores

que encierran el rebaño.

El horizonte todo se envuelve

entre la sombra:

y el sol, muriendo encima

del cielo que es su alfombra,

pliega las ramas de oro

de su abanico extraño.

Ninpheee

La cuadriga del sol baja a Poniente,

y al ir veloz por la celeste arena

siente que Apolo su ímpetu refrena�

mas vuela al fin

sobre oro incandescente.

Se hunde en el mar,

que en su hálito potente

y entre sangrienta luz el orbe atruena:

y ya en la noche límpida y serena

torna en plata su púrpura el Oriente.

Es la hora:

al borde de la clara linfa

tiende sin flechas el carcaj la ninfa.

Todo es paz.

Muge el ciervo en los breñales.

La luna alumbra

el nocturnal concento:

y el dios Pan,

ante el ritmo de su aliento,

ríe al ver que se animan los rosales.

Para tus amigos: