Entre las muchas debilidades de mi niñez, no me cabe duda de que los jueguitos electrónicos tiene un lugar preponderante, al extremo que en cierta ocasión me costaron que pierda un bimestre del CBA y una paliza materna digna de rememorar (por si acaso a mí, mi mamá no me pegaba, me educaba a chicotazos y no pasa día que no se lo agradezca).
La primera referencia que tengo de los vídeo juegos era en un pequeño local de la calle Colombia en la ciudad de La Paz que se llamaba Dallas y que tenía unos 20 flippers (eran unas máquinas cuyo nombre correcto es Pinball y se trataba de unas mesas inclinadas en las que unas pequeñas bolas de acero eran empujadas, a través una serie de obstáculos, por dos brazos a los que se apalancaba con botones a los costados del aparto).
Después llegaron los famosos "tilines", negocios administrados en un principio por coreanos que habían migrado a Bolivia a finales de los 70 y que vieron en este sistema de diversión una mina de oro.
Eran tiempos de la UDP, la hiperinflación hacía lo que quería con la economía de los bolivianos y, tenía a grandes y chicos en una depresión constante. De manera que los chicos preferíamos gastar nuestro recreo en 5 minutos de felicidad que en la salteña del kiosco que seguramente al día siguiente costaría el doble.
Desde que en 1947 Thomas T. Goldsmith Jr. y Estle Ray Mann crearan el mítico Ping Pong, el primer videojuego patentado, el progreso de los mismos fue a la par de las computadoras, una carrera meteórica hasta el cielo, cuya industria se ha transformado en una de las más lucrativas y que reporta utilidades por encima de los cinco billones de dólares anuales entre los juegos y sus consolas.
Pero los que prendieron luces en aquellos tiempos fueron Atari y Sega, dos empresas japonesas que afloraron en creatividad y cuyos personajes, a la fecha aún gozan de una enorme popularidad. Pacman, Donkey Kong o los hermanos Luigi y Mario por ejemplo siguen dando argumento para que los programadores nóveles tengan nuevos guiones y se sigan generando nuevas versiones para estos personajes que incluso protagonizan series animadas y películas.
También hay clásicos como Galaga, Space Invaders, Arkanoid, Pole Position, Outrun, Ponpoko, Tetris y hasta Rampage que no hace mucho fue una taquillera película con Dwayne Johnson, La Roca. Todos ellos me divirtieron por horas, a mí y a todos los que por diversas razones no teníamos un Atari o una computadora en casa, que en aquellos tiempos eran artículos de auténtico lujo.
Aquellos juegos eran tan simples, que el más grande seguramente ocupaba unos 3 MB de aquellas pequeñas memorias que no excedían los 4 MB de RAM. Sus guiones eran breves y sus gráficos de 8 bits no permitían muchas variaciones, aun así eran muy divertidos y aunque duraban en el mejor de los casos 5 minutos, siempre eran un antojo muy difícil de esquivar.
Hoy en día quien juega FIFA 2018 o Arkham Sylum o Dirt entre tantos otros maravillosos, no creería que nos conformábamos con aquellas imágenes en 2D y peor sin tener un argumento o una historia a continuar o la imposibilidad de jugar con o contra mis amigos, pero la evolución de esta industria ha sido tan grande que lo que tienen frente a sus ojos los players de hoy, son verdaderas piezas de arte de la programación y la informática.
De todos ellos, en el que deseo incidir para hacer un pequeño análisis es en el más representativo de este estilo de "juegos de simulación social", Los Sims.
"The Sims" fue desarrollado por Maxis y publicado por Electronic Arts. En esta realidad virtual, el jugador tiene la posibilidad de crear un personaje, eligiendo sus atributos físicos, mentales y sociales y dotándolo de una identidad. Si bien estos atributos son datos menores, el objetivo principal del juego consiste en llevar al éxito a este personaje.
El jugador va creando un ser al cual le otorga determinada forma de ser (con seguridad que la mayor parte de las veces es su Álter Ego) y comienza a vivir a través de él, una cotidianidad que impresiona, no sólo por los detalles que se pueden encontrar en el juego, sino por como la inteligencia artificial conflictúa su existencia y quien lo maneja debe trabajar para simplificarle la vida.
La familia, los amigos, el trabajo, la economía, la sociedad de consumo, absolutamente todo forma parte del juego y quien lo usa, de a poco se va transformando en una especie de dios, que con determinadas habilidades puede lograr administrar todo un enjambre de vidas (supuestamente humanas) y a las cuales, en determinado momento, las puede hacer sufrir y hasta aniquilar, dependiendo de qué es lo que realmente le interesa.
Muchos análisis psicosociales se han hecho en torno a este juego, sobre dos aspectos fundamentales, el primero, la necesidad que tienen muchas personas de un escape y una fantasía en la que pueda ser todo lo que no es en la vida real; el segundo, el deseo que sienten muchos por controlarlo todo y tener el poder de decisión sobre otras personas, otras vidas a las que manejar y urdir con su voluntad de manera que puedan sentirse y creerse poderosas.
Existen, sin embargo, seres humanos a los cuales la vida les ha dado la oportunidad de jugar a Los Sims, pero en la vida real. Tener el poder de decidir incluso sobre la existencia de otros seres humanos y poder enviarlos hasta a la muerte con una sola orden, muchas veces con un simple gesto, como el famoso pulgar de los emperadores romanos, por ejemplo.
El día martes, cuando Evo Morales inauguraba la Escuela de Tiro Deportivo del Ejército en la Escuela de Sargentos de Tarata, fiel a su estilo del discurso coloquial y jocoso, lleno de anécdotas y experiencias propias, contó que en cierta oportunidad, durante la entrega del Coliseo, jugando fulbito contra el equipo de la ESE, se enfadó cuando la banda militar tocaba una diana si su comandante marcaba un gol, pero cuando él lo marcaba, los músicos se hacían de la vista gorda y ninguno ni siquiera le tarareaba el tanto.
Como el hermano Evo, miente hasta cuando se sueña, que haya arrestado a toda la banda por semejante ofensa, creo que forma más parte de sus numerosas fantasías y que esas 48 horas de arresto nunca han sido acatadas, porque la sola idea de que él crea que por ser Presidente pueda hacer semejante barbaridad me entristece por decir lo menos.
Capitán General de las Fuerzas Armadas, es un título honorífico, a no ser en lo administrativo, el Presidente no tiene ninguna potestad para arrestar a nadie, mucho menos por algo tan absurdo como hacerle fiestas a su gran capacidad de goleador (yo lo he visto jugar y la verdad es un tronco). Olvidándose además que los miembros de la banda son militares de carrera y no pueden ni deben estar a disposición de los antojos de alguien que necesita un halago más que el aire para respirar y, segundo, porque en el reglamento disciplinario de las FF.AA., que es la base para aplicar sanciones, no existe "no tocarle dianas al ego de su excelencia" como falta.
Es necesario que don Evo apague la computadora y deje de creer que está jugando a los Sims.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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