La discriminación, el tratamiento inequitativo, la consideración inaudita que es inferior al hombre apoyada por las sociedades, tildada como un mero instrumento de procreación, además de los horrendos feminicidios y la violencia fÃsica, el exiguo respeto a su integridad y la actual ominosa brecha salarial en comparación al hombre, es la impronta que ensombrece a la humanidad pues todos los hombres somos culpables que esta situación continúe y que los postulados jurÃdicos insertos en las diferentes constituciones se queden en postulados sin la real implementación, pues cuando el ser humano no se libera de su instinto animal y persecución por la posesión y la supremacÃa, denigra su condición humana y su nivel intelectual es irremisiblemente insipiente (nótese que insipiente con s significa ignorancia).
Baste sólo retrotraerse a la inmutable historia para recoger costumbres que estructuran esta aun no lograda igualdad plena de la mujer: en el Ramayana el ideal de mujer debÃa ser la belleza, la circunspección, la mansedumbre, la gracia, la honestidad y la elegancia, ignorando que esa mujer es un potencial intelectual inconmensurable para el mejoramiento de vida de los humanos.
En las relaciones familiares, la hija soltera dependÃa del poder paterno, del marido al casarse y de los hijos varones al enviudar. Por falta de hijos dependÃa de los próximos parientes del marido; y en ausencia de estos de los próximos parientes del padre y si carecÃa de ellos dependÃa del soberano. Un verdadero ultraje a la mujer causándole una inestabilidad insufrible.
En China la mujer era incomparablemente de inferior condición aun, pues la enseñanza histórica nos revela que donde no se reconoce al hombre la plenitud de los derechos inherentes a su personalidad, la mujer es oprimida o se da libertad para toda clase de vejámenes.
Peor aún para la mujer fue la introducción de la poligamia y con la facultad del repudio del marido por fútiles pretextos sin fundamento se la relegaba jurÃdicamente a la nada. Es difÃcil concebir que en pueblos milenarios con una cultura admirable se pueda aplicar tales demenciales costumbres siempre en beneficio del hombre.
Similar trato corresponde establecer para la mujer japonesa y, entre los fenicios, valeroso pueblo semÃtico con notabilÃsimos arquitectos, la mujer podÃa ejercer el comercio, lo que supone un elevación jurÃdica, sin embargo la desenfrenada lujuria del pueblo asirio mantuvo a la mujer en el bajo nivel de las sociedades orientales. El pueblo egipcio, como los demás pueblos antiguos, no supo sustraerse de la corrupción y la figura de Cleopatra con sus pronunciados vicios, es sin dubitación el reflejo de la mujer egipcia.
Es en Europa donde la civilización toma un verdadero impulso y la mujer comienza a caminar hacia la conquista de su libertad. Se debe reflexionar por este rapidÃsimo paso por la historia y comprender que ningún hombre se liberará de sus monstruos internos sino observa a la mujer con convicción espiritual de plena igualdad pues es el ser más importante de la creación.
(*) Abogado corporativo, posgrados en Arbitraje y Conciliación, Interculturalidad y Educación Superior, Derecho Aeronáutico, Docencia en Educación Superior (maestrÃa), doctor honoris causa( IWA-Cambridge University), escritor
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