Desde el 19 de abril a la fecha, hiere el alma conocer las noticias que cada vez en mayor cantidad llegan desde Nicaragua. Desgarrador el grito de auxilio del sacerdote nicaragüense Augusto Gutiérrez: «¡No nos dejen morir. Intervengan por favor, hagan algo!», quien pidió ayuda a las instituciones extranjeras para que finalice la matanza en Nicaragua.
La Conferencia Episcopal nicaragüense ha organizado un programa nacional de un mes de plegarias entre el reciente 15 de julio y el 15 de agosto, que incluyen la renovación católica de las promesas bautismales, la adoración del Santísimo Sacramento, días de ayuno, la consagración al Inmaculado Corazón de María y el reciente 20 de julio de rezo en toda Nicaragua la oración exorcística a San Miguel Arcángel. Es que la situación política y moral de Nicaragua está ya en niveles, humanamente hablando, bastante desbordados.
No obstante, la llamada a la oración de todo el pueblo fiel, sectores católicos de Nicaragua tienen mucho que ver con el oprobioso régimen sandinista como señalo más adelante.
Como es de público conocimiento, mientras la población de Monimbó, al sur de Masaya (Nicaragua), ha sido atacada por los paramilitares y parapoliciales del presidente Ortega, el padre Gutiérrez, que es el párroco del barrio, se ha visto en la necesidad esconderse.
El sacerdote testimonia que «los paramilitares entraron al barrio, uno de los más grandes de la ciudad de Masaya. Han sido 4 horas de ataque con armamento militar pesado, destruyendo las iglesias. Algunos fueron amenazados de muerte, pero hemos dado la cara porque es muy injusto lo que el gobierno está haciendo. Es un genocidio. No tiene otro nombre».
«Este barrio es de gente humilde ? Desde hace tres meses el gobierno se ha ensañado contra la población en toda Nicaragua. El gobierno está matando...», ha lamentado el sacerdote entre lágrimas.
«Tiene que haber una ayuda internacional que detenga esta masacre y se salve al pueblo ? la gente se defiende con lo que puede. Con piedras y artesanía de pólvora... Esto no puede ser, no pueden seguir gobernando. Estamos en una situación de completa emergencia», resaltó el padre Gutiérrez que finalizó clamando «no nos dejen morir. Intervengan por favor, hagan algo!».
Malas nuevas, de prácticas antiguas, ya que bajo el principio de «quien no está con nosotros es nuestro enemigo», veintisiete millones de cristianos (se calcula que el total de muertos es de cien millones), durante el siglo XX fueron víctimas de la ideología comunista. «...El comunismo real [...] puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno» (El libro negro del comunismo).
Recordemos que, en la Cuba castrista, tras purgas internas y juicios revolucionarios, sacerdotes, religiosos y fieles laicos «contrarrevolucionarios» fueron fusilados. Durante su oprobioso régimen, Fidel Castro persiguió a los católicos fieles, arrinconándolos, despojándoles del trabajo o confinándolos a los campos de concentración junto a los defensores de los derechos humanos y homosexuales. Quienes se rehusaron a colaborar fueron martirizados en los paredones castristas.
Durante los larguísimos años de su férreo control del poder, Castro se afanó por exportar su revolución marxista por toda América Latina y África, adiestrando en la isla a guerrilleros, y enviando sus tropas para apoyar las revueltas marxistas y en infiltrar las religiones, particularmente la Iglesia Católica.
El marxismo que en su concepción totalitaria identifica sociedad con Estado, ha buscado y busca no sólo manipular obispos, sacerdotes y fieles a favor de su ideología, sino incluso dirigir la Iglesia formando «iglesias católicas» paralelas y sobre todo infiltrándola.
Los llamados teólogos de la liberación han sido siempre para el izquierdismo los «tontos útiles» que les han servido de cabeza de puente, estos liberacionistas-colaboracionistas, afirman que pretenden «una nueva teología, viva, real, aplicada al pueblo oprimido», es que «la fuerza motriz del avance comunista no está tanto en el propio partido comunista y sus congéneres, sino en la infiltración de las ideas izquierdistas en los medios católicos y en la consecuente relativización de la doctrina de la Iglesia en la conciencia de los creyentes».
Desde la Conferencia episcopal de Medellín, la idea de «otra iglesia» se fue gestando para que desde ésta se verifique una transformación política y social, especialmente a través de las Comunidades Eclesiales de Base y los organismos de Pastoral Juvenil. A partir de 1960 aparecieron las condiciones históricas para una «iglesia que nazca del pueblo, donde los laicos detentan el poder sagrado. Una iglesia liberadora, capaz de integrarse en la sociedad revolucionaria» (Francois Francou). Muchos de los dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) provienen de esas organizaciones progresistas.
Así la llamada «Iglesia popular» ha sido uno de los pilares del FSLN, organización terrorista de izquierda, que ya por cuarenta años gravita en el escenario político nicaragüense. Con la colaboración del clero tercermundista, el FSLN gobernó Nicaragua entre 1979-1990. En ese período «más de 50,000 jóvenes obligados a morir en el servicio militar "patriótico", es decir, murieron por capricho de los sandinistas, además de los miles desaparecidos».
Los sandinistas procedieron a la confiscación de propiedad privada, exiliaron a miles de nicaragüenses, asesinaron y obligaron al éxodo a miles de miskitos a Honduras, hicieron colapsar toda la economía, obligando a los nicaragüenses a pasar hambre, a hacer interminables filas para comprar alimentos. Dejaron al país hecho cenizas, con una deuda externa que era seis veces más grande que el Producto Interno Bruto, con una hiperinflación, que en 1987 alcanzó la cifra astronómica de 33,547 por ciento, una moneda local que prácticamente no valía nada y una nación hundida en la desesperanza.
Hicieron que la deuda externa aumentara a 12.500 millones de dólares. Hicieron que Nicaragua fuera el país con deuda per cápita más alta del mundo.
Para el comunismo el secreto de su éxito está en disimular su origen y sus prácticas, «en poner biombos y mamparas». ¿Continuará poniendo biombos el cínico Socialismo del Siglo XXI? Dios no permita.
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